Foto | Nora Zubia @slowandchic
Una de las primeras cosas que sumamos a nuestra rutina a raíz de comenzar a llevar un estilo de vida más saludable, fue incorporar zumos hechos en casa en nuestra dieta diaria. Os lo contábamos hace ya muchos meses en este post en el que os hablábamos sobre la Versapers. Tal y como os contábamos, el motivo principal de tomar esta decisión fue el hecho de que, mediante estos zumos, podíamos ir incorporando ingredientes que a priori no teníamos ni idea de cómo introducirlos en nuestra dieta de otra manera. Esto nos sucedía en aquel momento con el jengibre y la cúrcuma principalmente. Aunque también con otros elementos como el apio o la remolacha. Y es que hay cosas que crudas cuesta ir introduciendo en el día a día. Para nosotras este fue el mejor modo de ir enseñando a nuestros paladares -¡y a los de nuestros peques!- a familiarizarse con todos estos sabores nuevos y desconocidos hasta ese momento. Y es que ni el jengibre ni la cúrcuma faltan nunca en nuestros zumos. Y la remolacha, especialmente para los peques, en época de frío tampoco… ¡no veáis como les mantiene sus defensas a raya! Vamos improvisando mezclas, un poco de esto, otro poco de esto otro… Sin embargo, existe un “pero”. Y este “pero” es importante tenerlo bien en cuenta:
Si los zumos contienen solo mezcla de frutas, acaban produciendo picos de glucosa en sangre debido a su elevado índice glucémico. Este hecho hace que se estimule la secreción de insulina lo que acarreará muy probablemente efectos inflamatorios no deseables.
¿Cómo podemos amortiguar este pico? ¿Cómo lo hacemos nosotras? Sigue leyendo