Foto | Nora Zubia @slowandchic
A veces, cuando echamos la vista atrás, nos asustamos del abismo que existe entre el estilo de vida que llevamos ahora y el estilo de vida que llevábamos hace ya casi tres años. En esta evolución hemos ido haciendo cambios fáciles y cambios difíciles, cambios inmediatos y cambios nada inmediatos. Cambios que hemos hecho de motu propio y cambios que vosotros, quizás sin ser conscientes de ello, nos habéis empujado a hacer.
El tema de los desayunos de los niños nos trajo por la calle de la amargura durante mucho tiempo. De hecho, uno de los últimos cambios en los desayunos de los peques -cambio muy necesario, por cierto- os confesamos que lo hemos hecho hace tan solo unos meses. Al fin hemos desterrado las galletas María compradas. Aunque las que consumíamos eran sin azúcar, llevaban otro tipo de cosas tampoco nada saludables. Y, a fin de cuentas, no eran más que un tipo de “bollería industrial”.
¿Por qué nos costó tanto alcanzar un desayuno realmente saludable para ellos? Básicamente porque la mañana suele ser un momento de apresuramiento en casa. En ese momento del día las prisas y carreras para no llegar tarde al cole están en pleno apogeo. Y claro, uno no centra su energía en cambiar unos hábitos determinados, sino que la centras en no llegar tarde a la cita educativa. Ni más de menos. Así de simple ¿o acaso mentimos? 😉 Sigue leyendo