Foto | Nora Zubia @slowandchic
Hoy no os vamos a hablar de etiquetados ni de ingredientes. Vamos simplemente a hacer una reflexión que quizás ayude a que alguien se replantee un poco “esta vida de sin vivir” que a veces llevamos. ¿No percibís vosotros también esa vida multitarea, multisocial, multitodo… qué se cuela en nuestros caminos? Todo se encamina a lograr hacer mil millones de cosas cada día. Queremos ser super héroes y super heroínas y estar hasta en dos lugares a la vez. Sin embargo, esto es peligroso. Porque evidentemente ni somos héroes ni heroínas y en ese intento de llegar a todo solemos sacrificar cosas que no se debieran sacrificar nunca. Y nos referimos a cosas como gestos de cariño, como de repente darle un beso a alguien o llamar a esa amiga a la que hace dos años no le escuchas la voz, pero también a cosas como perder la consciencia de estar disfrutando del día a día y… por supuesto – ¡abrimos ya la caja de los truenos! – a cosas como terminar comprando la cena ya hecha un día sí y otro también 😉. ¿A qué os suena? A algunos nos sonará más una cosa y a otros otra. Pero aquí nadie se libra.
Y entonces entra en juego nuestra “amada industria alimentaria”. Aprovecha la coyuntura, aprovecha esas ansias que tenemos de exprimir la vida hasta límites insospechados (¿o quizás esas ansias nos las contagió previamente la industria y la tendencia social? ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?) y nos vende la moto haciéndonos parecer que quiere ayudarnos y facilitarnos las cosas: que si sopas listas en 5 minutos, que si fabadas que solo hay que calentar, que si pasta que metes 15 minutos en el horno, que si tantas y tantas cosas…
Realmente calentar una sopa es menos complicado que ejecutarla tu mismo. Realmente el tiempo que ganas en ese momento es tremendo. Pero, ese tiempo que ganas en ese momento puntual de tu vida, en ese día concreto en el que tenías millones de cosas que hacer… a la larga, lo acabas perdiendo. Porque ahí, y no nos engañemos, estás invirtiendo en tus ansiadas ganas de hacer mil cosas, pero no estás invirtiendo en tu persona verdaderamente. Y, por tanto, tampoco en tu salud.
No nos dejemos engañar. No dejemos de ser humanos imperfectos para convertirnos en héroes que se pretenden perfectos y que dejan por el camino las cosas más importantes de la vida: el amor, la amistad, el disfrutar del día a día… y, la salud.
Que no nos conquisten con eso de la rapidez y la comodidad. Que en tu camino prevalezcan otras cosas antes que eso (es difícil, lo sabemos, pero no imposible, ¡también lo sabemos!). En todo. En la alimentación… y en todos los ámbitos de tu vida.
Gracias por leernos CAMINANTES.
Gracias por reflexionar junto a nosotras 😊.
Muchas gracias por el trabajo que realizais con estos posts tan fantàsticos!!
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Y gracias a ti por leerlos 😉 Sin vuestra lectura nada tendría sentido. Un abrazo y feliz tarde!
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