Foto | Nora Zubia @slowandchic

Tras más de dos años en el candelero del “mundillo saludable”, del cáncer y su entorno, y de una puesta al día contante y sonante, leyendo libros, noticias, artículos, etc. al respecto día sí día también… Hoy queremos compartir con vosotros algo que nos preocupa de sobremanera. Algo que, además, se nos escapa de las manos. Es lo que tiene estar tan informados: ya no ves con el mismo prisma las cosas de la vida, y te planteas alternativas que, sin toda esa información, no llegarías a plantearte.

Hace algunos meses, se publicó el siguiente artículo:

https://elpais.com/elpais/2017/09/13/ciencia/1505312488_406909.html?id_externo_rsoc=FB_CC

El tema central del citado artículo era plantear las cuestiones tratadas, y las conclusiones finales a las mismas, en el Congreso Anual que la Sociedad Europea de Oncología Médica acababa de celebrar en Madrid. El artículo nos da un montón de datos y de cifras, nos habla de fármacos y tratamientos, de previsiones y estadísticas, de avances y de innovaciones… Pero también, si sabemos leer entre líneas, nos está hablando de lo que NO se está haciendo actualmente por regla general – ¡siempre hay excepciones! ¡cada vez más! – en nuestro país.

Mirad:

“No obstante, como recordó Josep Tabernero, los fármacos no son la única vía para combatir la enfermedad. El número de casos de cáncer seguirá aumentando al menos hasta 2025 por el envejecimiento de la población, pero también por la persistencia de hábitos que favorecen la aparición de tumores. El presidente de ESMO resaltó la importancia de cambios en el estilo de vida como “dejar de fumar, reducir la ingesta de alcohol, llevar una dieta equilibrada baja en carne roja, hacer ejercicio y evitar la exposición a sustancias que sabemos que son carcinogénicas”.

Los hábitos importan mucho. Un estudio reciente mostraba que los europeos multiplican sus probabilidades de sufrir un cáncer por el elevado consumo de alcohol. En España, la situación es incluso peor: el 15% de los tumores diagnosticados a los hombres tienen relación con el alcohol, frente al 10% de la media comunitaria.”

¿Creéis qué ante todas estas afirmaciones, datos, números, conclusiones, etc. es ético que se siga diciendo en el mundo oncológico qué todo vale en cuestión de estilo de vida? ¿O simplemente, qué no se señale el dato y se omita tan tranquilamente? ¿No debería ser una OBLIGACIÓN de absolutamente TODOS LOS ONCÓLOGOS el puntualizar todo esto cuándo se le diagnostica cáncer a una persona? ¿Es justo obviar esta información y pasarla por alto a los pacientes? ¿Por qué seguir negando la evidencia? ¿Es falta de información y reciclaje por parte de los oncólogos? ¿Es dejadez? ¿Es egoísmo puro y duro? ¿Es falta de empatía? ¿Qué demonios es?

Nosotras ya no vamos a responder a todas estas preguntas que aquí os lanzamos. Ya sabéis lo que pensamos. Ni siquiera vamos a pediros que nos las contestéis. (Si nos estáis leyendo seguramente es porque nos seguís y compartís esto y más con Jaque. Bueno, quizás hayáis caído aquí de rebote y esto que estáis leyendo os chiste y os haga replantearos muchas cosas, o, quizás cerréis la web a la de ya pensando en lo locas de remate que estamos…).

Pero hoy si que os vamos a hacer una petición muy especial: compartid, compartid, y compartid este post. Que llegue a cuantas más personas mejor. Que llegue a médicos, a enfermeras, a oncólogos, a instituciones, a hospitales… Que llegue a cuantos más sitios mejor. La información, la difusión, el boca a boca, son cruciales en los tiempos que corren. El cáncer nos necesita. Sus enfermos más. Y que esto se empiece a replantear es otra buena manera de sumar puntos. Y los sumaremos todos. Los que ya no están -porque sonreirán allá donde estén ante un giro en el planteamiento oncológico y se alegrarán por los que aún andamos por aquí-, los que estamos enfermos -porque cuando tenemos cáncer debemos jugar todas nuestras cartas. Pero a veces, hasta que un profesional no nos dice de qué cartas consta nuestra baraja, no sabemos con cuáles ni con cuantas podemos jugar nuestra partida-, y los que quizás algún día estemos enfermos -porque, de momento, esta sigue siendo una de las grandes epidemias de nuestra era-.

¿Lo veis? A todos nos interesa que este planteamiento cambie…

Justo hace una semana una caminante nos dejó este comentario abierto en Facebook. Y nos viene como anillo al dedo. Esto sucede, y mucho, aunque hay personas que buscan cosas más allá de la consulta con el médico, hay personas que se ciñen tajantemente a lo que los médicos dicen. Y esto no es malo, debería ser así si profesionales de la salud nos diesen más información. Si la dinámica de citas médicas fuese otra, más personas seguiríamos a pie juntillas las pautas médicas y no tendríamos que sacarnos nosotros las castañas del fuego. Ojalá y que lo que le sucede a Neus con su familiar comience a cambiar. ¡Debemos evolucionar!

En fin.

Dicho queda. Os necesitamos. ¿Nos ayudáis?

¡GRACIAS!

*** Os dejamos aquí el link a otro artículo que tuvimos la ocasión de leer cuando este post ya estaba escrito. Es un artículo que hay que leer con calma y dedicarle un ratito por su extensión. Es muy recomendable leerlo, de verdad de la buena. La periodista Anatxu Zabalbeascoa relata su convivencia con el cáncer. Muchos son los apuntes interesantes que va realizando a lo largo del artículo. Nosotras, resaltamos la mención al doctor Béliveau, a la doctora Odile, y, ¡sorpresa, sorpresa!, a una de nuestras 9 Magníficas. Y os extraemos una de las muchas partes que desgranando el artículo hemos encontrado y apuntan nuevamente hacia lo evidente:

«El padre de la patología moderna, Rudolf Virchow, comprobó en el siglo XIX que uno de cada seis casos provenía de una inflamación crónica. También el psiquiatra francés David Servan-Schreiber estableció esa relación cuando, con 33 años, descubrió su propio tumor cerebral mientras investigaba en la Universidad de Pittsburgh. Dedujo que, como los principales cánceres que afligen a Occidente —mama, próstata o colon— se dan hasta 70 veces más aquí que en Asia, debía existir una relación entre cáncer y estilo de vida. Y reunió ensayos científicos que demuestran que sin inflamación, los vasos sanguíneos no alimentan a los tumores. Por eso su dieta desaconseja lo que la fomenta —el azúcar o los alimentos procesados— y aconseja setas o avellanas, que la reducen. “El tumor canceroso no puede crecer si no consigue desviar sangre para su propio uso”.»