APUNTES PARA EL USO DE LA COPA MENSTRUAL

INSTRUCCIONES COPA MENSTRUAL

Foto | I Love Cyclo

La semana pasada os presentamos a la copa menstrual de I Love Cyclo, una de nuestras últimas incorporaciones a nuestro estilo de vida más saludable. Hoy os traemos una segunda entrega. Y en esta ocasión nos centraremos en el funcionamiento de la copa: cómo colocarla, cosas que una servidora hizo mal las primeras veces, cosas que hice bien en mi primer contacto… El otro día ya os lo adelantábamos y os decíamos que además de todo, unas risas nos íbamos a echar. ¿Preparados pues? 😉.

Como os podréis imaginar, cuando uno recibe en casa un artilugio de estos, hasta nervioso se pone. Abrí la caja y ¡tachán!, ahí estaba mi copa. Reluciente y con cara de buenos amigos. Además, ¡claro!, venía acompañada de un pequeño manual de instrucciones. En aquel momento, no tenía mucho tiempo de pararme a leer detenidamente las instrucciones. Así que, pensé para mis adentros, cuando la tenga que utilizar, me lo leo todo de cabo a rabo y con la misma, la guardé en un cajón. Pasaron un par de semanas y llegó el momento de estrenarla. Pero, os confieso una cosa: cuando llegó ese momento, y para no variar, no tenía tiempo nuevamente de desengranar las instrucciones muy a conciencia, no al menos como a mí me hubiera gustado. (Esta es una de las cosas que no hice bien). Así que sí, las leí, pero a paso rápido, centrándome fundamentalmente en como colocarla. Me encerré en el baño, me lavé las manos y me puse a ello. Primero lo intenté de pie, pero en esta posición, en vez de aflojar la zona, la contraía aún más. Así que, me senté en la taza del baño. (Esta es una de las cosas que hice bien). En esta posición aflojé enseguida y ya no hubo problemas para introducirla con suavidad y sin apenas molestias. Eso sí, antes de conseguir introducirla, probé varias maneras de plegarla. A mí, la manera de doblarla que me funcionó fue en forma de C, pero una C muy compacta y muy bien «hechecita». Una vez que entra te das cuenta enseguida de si ha entrado bien o no y de si te la has colocado bien o no. Si notas molestias, significa que algo falla. Además, esto os lo puedo asegurar muy mucho… ¿sabéis por qué? Pues porque el tercer día que la iba a utilizar, ¡la coloqué al revés! ¡Lo qué oís! Y en vez de que el “tirador finito” quedara hacia abajo, lo coloqué hacia arriba. Vamos, una de vaqueros armé en un periquete. Enseguida noté que algo andaba mal ahí dentro, repasé mis movimientos y caí en la cuenta de mi metedura de pata. Por un momento dije, tierra trágame, a ver como la saco ahora, pero me senté de nuevo, aflojé y con cuidadito conseguí bajarla y sacarla. Así que, que no os agobie el colocarla mal al principio, se retira y se vuelve a intentar. No hay problema. Tras este inciso, seguimos.

Transcurrió el primer día sin mayor sobresalto. Cada vez que iba al baño me imaginaba que igual y por allí abajo había algo de pérdidas o tenía algún susto, pero, ¡qué va! Nada de nada. Todo perfecto. Y al ver que la cosa iba viento en popa y a toda vela, decidí dejármela hasta la noche. (La puedes tener hasta un máximo de 12 horas). Y, por un lado, menos mal que decidí dejarla hasta esa hora: mi marido estaba haciendo deporte, los niños ya acostados y todo el tiempo del mundo solo para mí y mi copa 😉 Pero, ¡oh sorpresa! ¡Hasta ese momento no me había parado a pensar lo más mínimo en cómo sacarla! Y me dije, muy bien listilla, ¿y ahora qué?. Volví a salir del baño, recuperé el pequeño manual y lo repasé. Aunque está muy bien explicado allí, os confieso que en aquel momento a mí ya me habían pillado los nervios. Y cuando uno está nervioso, las cosas tienen más probabilidades de marchar menos bien. Y esto fue precisamente lo que sucedió. Releí el manual, pero yo ya no me centraba. Me ponía de pie e intentaba bajarla de algún modo y nada. Me sentaba de nuevo y nada. Definitivamente, había perdido el norte… porque, además de estar nerviosa, no sabía muy bien lo que tenía que encontrar al buscar allí dentro. Y ante eso, ¡claro que no encontraba nada! ¡Jajaja! Además, yo creo que ese día o, una de dos, la copa encajó muy bien y subió más de la cuenta, o, yo, con tantos intentos, la subí más de la cuenta sin darme cuenta. Imaginaos qué tanto había perdido el control, que ya me veía tirando para urgencias en cuanto mi marido llegase a casa, y pensaba, ay madre que vergüenza… Decidí dejar el asunto así, porque tenía miedo de acabar haciéndome daño. Salí del baño y me senté en la cama pensando en que no se podía ser más «petarda». Respiré, y con aquel sencillo gesto, me di cuenta de lo nerviosa que estaba. Decidí calmarme lo primero. Lo segundo empecé a buscar soluciones menos dramáticas qué ir a urgencias a las 9 de la noche. Pensé en llamar a una amiga que sabía que había probado la copa (hacia un par de meses, durante un viaje de chicas, había comentado que ella había probado una copa -de una marca diferente- pero que no le había acabado de convencer…). Sí, eso haría… O, quizás, bucear por internet a ver si encontraba algo al respecto. Pero antes, al notarme algo más serena, decidí volver a leer de nuevo el pequeño manual y volver a intentarlo una última vez. Eso hice, esta vez leí de verdad el manual que rezaba así en este punto: “agarra la base con el tirador en forma de bola, rompe el vacío presionando suavemente y extráela despacio”. Me levanté y con el manual en la mano volví al baño. Me senté en la taza del baño. Volví a leer, aflojé, y seguí la indicación… Y entonces entendí realmente lo que tenía que hacer, sabía lo que tenía que buscar y sabía que para que saliese tenía que romper el vacío primero. Y eso hice. Y la copa salió al fin. Y yo, os prometo, que, pese al ajetreo, no obtuve a cambio ni un rasguño, ni una molestia… Eso sí, ¡psicológicamente, acabé rendida! ¡Jajajajaja!

Vacié la copa en la taza del baño. La lavé con agua y jabón neutro y la guardé en la bolsita que a mayores trae cuando la pides. Al día siguiente, todo fue ya fluido, tanto introducirla como luego extraerla. ¡Palabra de Jaque! 😊.

Y eso es todo lo que hay que aprender y lo que hay que hacer. Cuando acabas el ciclo, la lavas como siempre y la esterilizas en agua hirviendo durante un máximo de cinco minutos. ¡Y listo! Ya está preparada para tu siguiente ciclo.

Ojalá y os valga de algo este post y ojalá y efectivamente os hayáis echado unas risas también.

Próximamente, tercera y última entrega sobre la copa menstrual…. ¡Atentos caminantes!

(Editamos post para invitaros a todos a este sorteo de productos I Love Cyclo. Pinchad aquí y listo http://eepurl.com/cR1SPT No os lo penséis, que el plazo para apuntarse acaba este finde. ¡Animaros!)

5 comentarios en “APUNTES PARA EL USO DE LA COPA MENSTRUAL

  1. ¡Hola! Pues yo no me animo a probarla. Para lo poco que me queda para la menopausia no me quiero complicar. Además hay veces que tengo la menstruación muy abundante (me sale mucho de golpe) y no creo que la copa menstrual sirva en esos casos. En fin, a pesar de que yo no la quiero utilizar me parece muy bien que la hayan inventado y que otras mujeres puedan beneficiarse de ella. Saludos.

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    • Hola Tani! Respetamos tu decisión 😉 Faltaría más! Pero te aseguramos que no es complicado y que incluso en casos de mucho flujo valdría, la única diferencia sería que tendrías que vaciarla más a menudo… Gracias por comentar, se te echaba de menos! 🙂 Un abrazo y bonita semana!

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  2. Pingback: MOTIVOS PARA USAR LA COPA MENSTRUAL | Jaque al Cáncer

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