FASES DEL CÁNCER

652332630_68f65d8442_z

Foto | Xava du

En posts anteriores os contamos qué era el cáncer y cómo era su lugar idílico para aparecer y hacerse fuerte. Hoy nos adentraremos en las fases de la enfermedad. El asunto cambia dependiendo del momento o fase en la que nos encontremos. Y es importante conocer a fondo estos momentos. Lo que siempre os decimos: cuanta más información tengamos al respecto, ¡tanto mejor! Así que allá vamos. Sigamos este camino que juntos ya hemos empezado 🙂

Fase de inducción. Durante esta fase no hay diagnóstico posible. Ni tan siquiera las personas presentan síntomas de “la que se está montando” en su organismo. Esta fase puede perdurar en ese punto por los siglos de los siglos. Puede ser tan rápida como eterna. ¿Y qué ocurre exactamente en este momento? Pues que nuestras células empiezan a transformarse. Se vuelven malas y se multiplican de una manera asombrosa a la velocidad del rayo. Además, consiguen hacerse con un poder mágico y maligno a la vez: capacidad invasiva. ¿Y de qué depende qué la cosa vaya a más o no? Pues evidentemente de la calidad de vida que les demos. Ya lo sabéis, entorno procáncer, seguirán con su guerra particular. Entorno anticáncer, probablemente acaben rindiéndose. Así que, ayudemos a nuestro cuerpo a darle jaque a estas células, siguiendo las pautas que por aquí os contamos cada día.

Fase in situ. En este momento ya existe un microscópico daño canceroso en el tejido de nuestro cuerpo donde ha comenzado el asunto. Las personas que están en esta fase tampoco presentan síntomas. Su diagnóstico es difícil pero no imposible. Hoy en día ya existen técnicas avanzadas que lo permiten (PET).

Fase invasiva local. Ese pequeñísimo daño empieza a crecer y empieza a afectar a otras células cercanas, lastimando tejidos adyacentes. Aquí ya podemos decir que ese daño inicial ha pasado a ser un cáncer en toda regla. Según sea el lugar y el tamaño de dicho cáncer, las personas que lo padezcan presentarán síntomas o no. No hay una norma general para esto.

Fase invasiva a distancia. El cáncer empieza a crecer y coger fuerza fuera del punto donde se originó. Dicho de otro modo que todos hemos escuchado alguna vez: aparecen las metástasis. Esto ocurre porque las células malas tienen capacidad para crear nuevos vasos (lo que técnicamente se conoce como angiogénesis y a lo que dedicaremos un post más adelante). En este momento la sintomatología suele ser evidente y compleja.

Resumiendo. Cuatro momentos. Y cada momento igual de importante. Estemos en la primera fase, estemos en la cuarta fase, tenemos alternativas, tenemos mucho por hacer. Así que, nada de bajar la guardia y, por supuesto, caer en el desánimo. Este camino no ha hecho más que empezar. ¡Y jaquealcancer no te dejará solo en ningún momento!

EL TÉ VERDE

8754339669_1f3dfe139c_z

Foto | Frans Schouwenburg

¿Sabíais qué la población asiática tiene un registro de casos de cáncer mucho menor que la población europea? Son muchos los factores que provocan este dato. Probablemente el hecho de que, junto con el agua, el té sea la bebida más consumida en los países asiáticos, tenga mucho que ver: numerosos estudios han asociado el consumo regular de té verde con una mayor longevidad y con unas tasas de cáncer mucho menores.

Existen muchos tipos de tés, pero nosotras nos vamos a centrar en el té verde. Sus excelentes propiedades medicinales lo convierten en un tesoro para nuestra salud. Además de ser rico en antioxidantes, es una excelente fuente de catequinas y de moléculas anticáncer que lo tornan prácticamente imprescindible a la hora de prevenir el cáncer.

Hay infinitas variedades de té verde. El Sencha japonés es el que contiene un mayor número de catequinas, capaces de proteger frente a la leucemia y frente al cáncer de mama, próstata, estómago, riñón y vejiga fundamentalmente.

A continuación os enumeramos todas las propiedades que el té verde esconde:

  • Actividad antiangiogénica. Nos previene del desarrollo de nuevos vasos y con ello la progresión de los tumores y la aparición de metástasis.
  • Capacidad antioxidante que nos protege del daño causado por lo radicales libres que pueden dar lugar a mutaciones celulares y a cáncer.
  • Capacidad antinflamatoria (recordemos que es muy importante no tener ninguna inflamación interna en nuestro cuerpo. El cáncer tiende a desarrollarse donde existe o ha existido una inflamación previa).
  • Diurético. Ayuda al riñón a eliminar restos tóxicos de la quimioterapia.
  • Estimula el sistema inmune.
  • Induce el suicidio de células tumorales.
  • Potencia el efecto de la quimioterapia y la radioterapia.

Consejos para preparar y consumir infusiones de té:

  •  El agua de la infusión nunca debe hervir. No debe alcanzar los 90º.
  • Para que el té libere el máximo de catequinas, debe dejarse infusionar entre 8 y 10 minutos.
  • Es mejor utilizar el té en hojas (a granel), en lugar de usar las típicas bolsitas comerciales. ¿Por qué? Pues porque a estas bolsas les suelen echar blanqueantes que podrían ser tóxicos. Además, el sabor que da la hierba a granel no es comparable con el sabor que se desprende de las bolsitas.
  • No debemos endulzarlo con azúcar, obviamente. Si lo queremos más dulce, utilizaremos algún endulzante natural. Tampoco debemos añadirle leche, ya que disminuye su capacidad antioxidante.
  • Es aconsejable tomarlo caliente y después de las comidas, ya que de otro modo, podría interferir en la absorción del hierro de los alimentos.
  • Es muy recomendable añadir en la taza o tetera un trocito de piel de limón o mandarina de producción ecológica y un palito de canela. Le aportan un sabor mucho más agradable además de desprender sustancias anticancerígenas añadidas.
  • Si tenemos cáncer, lo ideal es consumir entre 3 y 5 tazas al día.
  • Si queremos prevenir la enfermedad, podemos disminuir esta dosis. Lo ideal sería acostumbrarnos a su sabor, hasta tal punto que sustituyamos uno de nuestros cafés del día por una taza de té verde.

Qué, ¿te hemos convencido? ¿Va a ser a partir de ya el té verde una de tus bebidas de cabecera? 🙂

FRUTA Y VERDURA

6041347343_cb87f11d7c_z

Foto | Adam Tinworth

Ya estábamos tardando en hablaros de estas maravillas que la naturaleza nos brinda. La fruta y la verdura son un verdadero regalo para nuestra salud. Siempre. Estemos sanos, estemos enfermos, estemos en la fase de cáncer que estemos, nunca debemos olvidarnos de consumir fruta y verdura a diario. Y si es fresca y cruda mejor que mejor. Y si nuestro consumo es muy variado, pues ya sería «la pera limonera» 🙂 ¡Nunca mejor dicho!

Recordemos además que nuestra dieta es uno de los factores que ayudan a generar en nuestro organismo un entorno anticáncer. Esto, ya lo sabemos, es fundamental para prevenir el cáncer (y, en caso de que ya lo suframos, es fundamental para enfrentarnos a él y para llevar mejor tanto la enfermedad como sus efectos secundarios).

Seguro que la mayoría de nosotros hemos oído en alguna ocasión alguna de esas míticas afirmaciones que pululan por ahí como la de que hay que consumir al menos 5 piezas de fruta y/o verdura al día. Esta afirmación en cierto modo es verdadera. Sin embargo, nosotras no vamos a daros cifras sobre la cantidad de fruta y/o verdura que debéis consumir cada día. Lo dejamos a vuestra elección. Simplemente puntualizamos que buena parte de vuestra dieta diaria debería estar basada en el consumo de fruta y verdura. En base a esto, que cada quien elija su modus operandi.

A continuación os enumeramos algunas de las frutas y verduras con más propiedades beneficiosas para nuestra salud. Por descontado beneficiosas para darle jaque al cáncer. Pero también beneficiosas para otras muchas cosas (y es que al final, lo que es sano, suele ser sano para casi todo).

  • Brócoli, coliflor, romanesco. Crucíferas cargadas de glucosinolatos, sustancias caracterizadas por sus enormes propiedades anticáncer. Son un aliado perfecto en la prevención del cáncer, pero también como escudo para evitar la recidiva. Además son unos desintoxicantes naturales perfectos para nuestro organismo.
  • Tomate. Solanácea rica en vitamina C, vitamina E, ácido fólico, flavonoides, minerales y carotenos. De entre los carotenos destacamos el licopeno: pigmento vegetal con propiedades antioxidantes y anticancerígenas. Puntualizar dos cosas. Primera, el tomate debe procurar consumirse siempre con un poco de aceite de oliva virgen extra. Segunda, nunca consumamos tomates que aún no estén bien rojos y maduros. El tomate verde puede llegar a tener alguna contraindicación para nuestra salud.
  • Granada. Vale su peso en oro. Esta fruta tiene tantas propiedades como granos: activa nuestro sistema inmune, es antioxidante, antinflamatoria y por si esto fuera poco, es capaz de controlar la proliferación de las células cancerígenas. Esto último es gracias a las catequinas -similares a las del té verde-.
  • Calabaza. De la familia de las cucurbitáceas, antioxidantes en potencia ricos en betacarotenos, cumarinas y vitamina C. La calabaza cuenta además con propiedades idóneas para perjudicar al cáncer ya que ayuda a acabar con los radicales libres y a animar al sistema inmune. A mayores, potencia la acción de la quimioterapia.
  • Manzana. Gracias a sus propiedades antinflamatorias y antioxidantes son ideales en estos menesteres. Además tienen mucha fibra y son unas estupendas reguladoras de los niveles de hormonas, de ahí, que sean especialmente interesantes para quienes padecen cáncer de mama. Las mejores en este caso, las rojas, sin duda alguna.
  • Remolacha. Otro alimento estrella. Tiene tantas cosas buenas que uno no sabe ni por donde empezar: muy rica en hierro y en magnesio -por lo que es idónea para combatir anemias y leucemias- y en flavonoides, destacando principalmente la betanina que contiene propiedades antixodiantes. Además refuerza nuestro sistema inmune, y por tanto, nuestras defensas, de una manera pasmosa.
  • Frutos rojos. Arándanos, fresas, frambuesas, cerezas, grosellas… Cualquier modalidad es buena y recomendable. Estas frutas, pequeñas pero matonas, :), están llenas de polifenoles, gracias a los cuales frenamos la expansión de las células cancerígenas. Además, también son antiinflmatorias y antixodantes.
  • Cítricos. Naranjas, pomelos, mandarinas, limas, limones… Sí, sabemos que contienen mucha vitamina C. Pero no sólo eso. Su capacidad antioxidante y antinflamatoria es muy potente, hasta tal punto que puede llegar a proteger a nuestro ADN del ataque de sustancias tóxicas cancerígenas. A mayores, «nos protege» de la quimioterapia: la quimio acaba con todo, tanto las células buenas como las malas. Pues bien, los cítricos ayudan a que los efectos de la quimio sobre nuestro ADN sean menos contundentes.
  • Chirimoya. Poco conocida aún en España, esta joya procedente de América puede ser clave en nuestra alimentación. Está cargada, entre otras cosas, de calcio, magnesio, potasio, hierro, fósforo, ácido fólico, vitamina C y fibra. Es tremendamente digestiva y sus propiedades antitumorales se las debemos a su capacidad citotóxica.
  • Ciruela. Cualquiera es buena, pero si es la negra, ¡tanto mejor! Esta delicia de fruta de verano pone a punto al sistema inmune además de provocar la eliminación de toxinas y células cancerígenas y de frenar el crecimiento de los tumores.
  • Aguacate. Esta delicia de fruto es toda una bomba nutritiva. Rico en potasio, magnesio, ácido fólico y vitaminas A, C, D, E y K, está además cargadito de grasas saludables como el ácido oleico. Contiene también betacarotenos y luteína, antioxidantes perfectos para luchar contra el cáncer.

SISTEMA INMUNE

20142409179_7a4a487464_z

Foto | Rodrigo Gutiérrez

Tal y como veíamos en el post titulado «entorno procáncer versus entorno anticáncer», este es uno de los factores que pueden propiciar ese odiado entorno procáncer. Vamos a explicar lo que esto significa para que todos entendamos su verdadera importancia.

Imaginemos por un momento que nuestro sistema inmune es como un ejército preparado para defendernos de posibles agresiones que pueden atacar a nuestro organismo: virus, bacterias, tóxicos etc. Cuanto más fuerte y preparado esté este ejército, mejor nos defenderá ¿acaso no? Pues contra el cáncer también nos defiende. Nos defiende para evitar su aparición, pero también nos defiende durante la enfermedad. Lo que significa, que aunque nos diagnostiquen cáncer, la importancia de tenerlo fuerte sigue siendo la misma. Nos ayudará a frenar su extensión, a frenar metástasis, a mantener a los tumores dormidos, a eliminar restos de actividad tumoral residual e incluso a sobrellevar mejor los tratamientos de quimio o radio.

Debemos tener siempre muy presente que las células cancerígenas harán lo imposible por “lastimar” a nuestro sistema inmune. ¿Cómo lo pueden conseguir? Liberando unos inmunopresores que acaban por inactivar el sistema inmune llegando incluso a bloquearlo.

Así pues, la conclusión a la que llegamos es tan clara como rotunda: el cáncer se desarrolla mayormente en personas cuyo sistema inmune está deprimido.

La pregunta del millón, ¿de qué depende qué nuestro sistema inmune esté débil o fuerte? Enumeramos a continuación los factores que lo tornan de un modo o de otro.

Sistema inmune deprimido:

  • Consumir grasas, azúcares y alimentos procesados de manera habitual.
  • Padecer estrés en nuestro día a día.
  • Sufrir sentimientos negativos constantemente (incertidumbre, tristeza, angustia, rencor…).
  • Soportar un aislamiento social importante.

Sistema inmune fuerte:

  • Alimentarnos de una manera sana y natural normalmente. (A lo largo del blog os iremos enseñando lo que esto significa: fruta, verdura, semillas, frutos secos, pescado azul, legumbres).
  • Estar en paz, calma y serenidad el mayor tiempo posible.
  • Experimentar sentimientos positivos habitualmente (alegría, buen talante, empatía…).
  • Practicar la meditación.
  • Realizar ejercicio físico.
  • Sentirnos queridos y apoyados por nuestros seres queridos.

Sabemos que la teoría es fácil, pero no la práctica. Pero todos hemos empezado de cero en algún momento, y, paso a paso, todo se puede ir consiguiendo. Nuestra propia experiencia personal habla. Creednos, y, ¡a por ello! 🙂

EL AZÚCAR

A little sugar in my bowl

Foto | Umberto Salvagnin

Parece que está moda decir que “el azúcar es malo”. Pues, y, aunque suene a tópico ya, a leyenda urbana o incluso a la frase de moda, es una verdad como la copa de un pino. Aunque es algo que en realidad se sabe desde hace años (aún recuerdo la de veces que un buen amigo me repitió, hace ya tiempo, lo perjudicial que era tomar azúcar. No se cansaba de recordármelo cada vez que veía que le echaba azúcar a mi menta poleo. Y, ¡cuánta razón tenía!), apenas se está empezando a concienciar a la sociedad de ello. No es un tema fácil, sino más bien peliagudo. Hay mil intereses creados por los cuales no conviene destapar la verdadera personalidad de esta sustancia existente en la despensa de cualquier familia. Pero no vamos a tomar este camino. Simplemente os vamos a contar porqué el azúcar es malo para el cáncer:

Porque se trata del alimento que nutre al cáncer. Ni más ni menos. Las células cancerígenas son golosas por naturaleza y si les das lo que quieren pues, evidentemente, crecen, y, se hacen fuertes. Además, no sobra añadir que cuando tomamos azúcar, los niveles de esta sustancia en sangre se elevan rápidamente y esto, como podréis imaginar no es nada bueno. Más adelante, en otro post, os hablaremos del índice glucémico y de la carga glucémica para profundizar un poco más en el tema.

Así bien, el asunto es tan claro como el agua. Te voy a dar un ejemplo para que lo entiendas:

¿Sabes lo que es el PET? Te lo explico. Se trata de una prueba médica mediante la cual se le inyecta una gran cantidad de azúcar a tu cuerpo. Reposas y a continuación te practican un TAC que buscará las zonas donde hay hiperglucemia o un aumento de azúcar. Si llega a acumularse azúcar en una zona, significará que ahí hay cáncer o metástasis.

Dicho esto, sobra explicar mucho más sobre este tema ¿no?

Lo más importante es ahora mismo tomar conciencia de lo que supone consumir azúcar diariamente. Digo diariamente, porque, no hay que irse a los extremos. Recordemos que las cosas se vuelven en nuestra contra cuando nos volvemos radicales. Tomar todos los días un yogur con azúcar no es bueno. Tomar un yogur con azúcar una vez cada dos meses no supone nada. Evidentemente, esto es así si hablamos de personas sanas. Una persona que tenga cáncer, o incluso, haya padecido cáncer, debería restringir el consumo de azúcar totalmente.

Además, hay que tener en cuenta otra cosa más. La industria alimentaria presente emplea azúcar a mansalva. Da igual de lo que hablemos, prácticamente todo –en menor o mayor medida- contiene azúcar. Desde la salsa de tomate preparada hasta los cereales pasando por la pechuga de pavo. Esto que quiere decir, que, sin darnos cuenta, todos los días consumimos azúcar de un modo u otro. Aprovechando la coyuntura, no queremos pasar por alto mencionar dos de las cosas que solemos comprar y consumir con asiduidad y que están cargadísimas de azúcar: los refrescos y los zumos envasados. ¿Sabías qué un vaso de refresco de cola contiene la friolera de 9 terrones de azúcar? Pues bien, haz cálculos. Si te tomas un refresco de este tipo diario, ¿cuánto azúcar le estás dando a tu cuerpo? Con los zumos envasados igual. Y, en este caso, lo peor es que tendemos a dárselos a los niños como si fueran agua bendita.

Ante todo esto, algunos estaréis pensando… ¿y cómo endulzo mi café? ¿Qué le echo a mis postres? Existen alternativas al respecto. Os las presentamos:

  • Estevia.
  • Sirope de ágave.
  • Miel.
  • Dátiles.
  • Azúcar de coco.
  • Sirope de frutas.
  • Azúcar panela.

Os iremos hablando de estas opciones largo y tendido más adelante.