Foto | Nora Zubia @slowandchic
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Ya a miércoles… Y andamos un tanto filosóficas…
Todos tenemos partidas de diversa índole que jugar y problemas que solucionar que irán surgiendo durante esas partidas.
¿A qué viene esto? Viene a una cosa que una servidora aprendió estas Navidades. Durante una «estupendiosa» y necesaria cena con mis AMIGAS de toda la vida, surgió una conversación acerca de las relaciones de pareja. Una de las presentes compartió con el resto una de las cosas que su marido a lo largo de sus ya muchos años de convivencia le había enseñado. A mi tal enseñanza me fascinó y creo que puede funcionar no solo en la partida de una relación sentimental, sino en cualquier otra partida de nuestra vida. M. nos explicaba como A. le había enseñado a dar la justa importancia y el justo nivel de enfado a las cosas por las que discutían. A. le suele decir a M. que no se puede enfadar de igual manera «porque él deje los calcetines tirados al lado de la cama» que «por serle infiel en el caso de que esto llegara a suceder».
Cae de cajón, ¿no? y parece una tontada, ¿no? Pero, ¿lo aplicamos de verdad? Pensadlo con honestidad y objetividad. Y trasladarlo a cualquier partida de vuestra vida…
¿A qué a veces hacemos una montaña de un grano de arena? Y solo por eso, ¿a qué nos arriesgamos a perder la partida de antemano? Pues entonces no hagamos montañas. Procedamos con mesura en base a lo que nos ocurra y, sobre todo, busquemos soluciones a todos los problemas que nos vayan surgiendo durante las partidas…
Y sin quererlo, esta reflexión nos viene de perlas para el post de mañana… Y es que sí, a veces los astros se alinean…
¡Ya lo veréis!
FELIZ DÍA