
Foto | Brett Sayer
Como ya iremos viendo, el desarrollo y la fuerza del cáncer – así como su curación- dependen de un cúmulo de factores. Y otro de esos factores es, sin duda alguna, nuestro estado anímico. Y nos referimos a nuestro estado anímico antes, durante y después de la enfermedad.
Antes, para prevenir la aparición de la enfermedad.
Durante, para enfrentar a la enfermedad.
Después, para no volver a recaer en la enfermedad.
Debemos estar lo más sanos posible, tanto físicamente como psíquicamente. La importancia está repartida. Tan importante es que nuestro organismo luche como que nuestra mente también lo haga.
Además, debemos intentar vivir nuestro día a día de un modo tranquilo. El estrés nos puede llegar a perjudicar enormemente. Fundamentalmente porque genera un círculo vicioso del que es difícil escapar: cansancio, falta de sueño, mal humor, irascibilidad etc.
Seamos conscientes de esto y librémonos además de sentimientos tan dañinos como:
- La culpa.
- El rencor.
- El orgullo.
- El pesimismo.
- El egoísmo.
Al liberarnos de ellos, nuestro interior también se apaciguará y nos llevará a la tranquilidad. Porque, no sólo es necesaria la tranquilidad circusntancial sino también la tranquilidad interior de cada uno. Necesitamos estar en paz con nosotros mismos.
Sabemos que esto no es tarea fácil. Sino todo lo contrario. Más adelante os daremos consejos y prácticas habituales al respecto.
Todo es posible.
¿Seguimos recorriendo juntos este camino?
De momento, ¡todos a disfrutar del fin de semana! 🙂