¿Y AHORA QUÉ?

BLANCA MADRID

Foto | Cristina Díaz*

Siempre nos referimos al cáncer como una piedra grande, fea e inesperada en el camino de cualquiera. Y siempre hablamos de la importancia de sortear BIEN esa piedra. Y nos solemos centrar en este proceso. Aunque alguna vez ya hemos dado alguna pincelada sobre el «¿y ahora qué?, nunca hasta ahora habíamos ahondado de verdad en el asunto. Y ya era hora. Porque “el después” es tan valioso, imprescindible y desconcertante como “el durante”. En el “¿y ahora qué?» también hay que aprender a sumar: un nuevo camino se nos abre paso, y sí, quizás sin una piedra tan grande y tan fea, pero seguro que con muchas pequeñas y más agraciadas.

Le dimos mil vueltas al enfoque de este post. Nos planteamos distintas versiones y finalmente concluimos que este tema tenía que ser tratado por alguien que ya hubiese ahondado en el “¿y ahora qué?” a fondo. Alguien que ya llevase un buen tramo recorrido de esa nueva andadura. Pero claro, ¿quién? Y entonces, se hizo la luz. Y nos acordamos de la bella y sutil Blanca. De esa elocuente chica del cable que siempre anda por ahí no queriendo llamar mucho la atención… cosa imposible para nosotras, buscadoras de joyas que sumen en la vida de nuestros caminantes del alma. Y es que además, su blog, como su nombre indica Mi.Punto.Y.Seguido…  versa sobre esto. Versa sobre lo que viene después del cáncer principalmente. Sobre esa segunda Vida.  Y versa también sobre las andanzas de una chica que irradia energía de la buena. Lo demuestra a menudo en su cuenta de Instagram. Y en el pack va incluida una prosa deliciosa y unas fotografías con mucha alma y personalidad.

Caminantes, sin más preámbulos damos paso a Blanca…

 

Cuando todo acaba… ¿vuelve tu vida?

Soy muy fan de JAQUE AL CÁNCER, me encanta su forma de enfocar el día a día de la enfermedad, esa mezcla de optimismo y realismo tan difícil de conseguir. Por eso, cuando me pidieron que compartiera mi experiencia en su blog no lo dudé ni un segundo. Para mí es un honor sentir que pongo mi granito de arena a una labor tan enorme, tan importante y necesaria.

Me plantearon un tema del que se habla poco: qué es lo que pasa cuando el cáncer se va, ¿Qué rastro deja?

Lo primero que me llamó la atención fue descubrirme incapaz de responder una pregunta aparentemente sencilla. 6 años después, ¡y no soy capaz de explicar claramente que señal dejó en mí el cáncer!

Tras el shock inicial, me puse manos a la obra, y di vueltas y vueltas durante un par de semanas, en un círculo extrañísimo, mezcla de alegría y miedo: Por un lado, terror de aceptar que el cáncer se ha ido, porque el miedo acecha en cada revisión, y me incapacita a considerarme a mí misma “curada”. Por otro, la culpa, y es que me siento horriblemente injusta hablando de mi dolor, soy consciente que sólo puedo sentirme afortunada.

Escribiendo este texto me he movido permanentemente en esta contradicción. La única manera de empezar era haciéndolo de forma sincera. Por eso, ahora, asumiendo que la respuesta no es fácil, me siento capaz de hablar de lo que me ha pasado a mi cuando el cáncer se ha ido.

Si alguien me mirara por un agujerito en mi día a día, vería a una mujer con una vida muy plena. Una mujer muy feliz, y muy ocupada: tengo un trabajo precioso, y también muy absorbente. Un marido genial, compañero de camino enamorado. 2 hijos creciendo a mi lado, sanos y felices. Me acompañan también mis padres, mis hermanos, mis cuñados, mis sobrinos, mis amigos. Ninguna vida es perfecta, y desde luego la mía tampoco, pero soy muy consciente de la suerte que tengo, y no lo olvido jamás.

Quizá soy un poco más consciente porque entre 2012 y 2014 el cáncer ocupó un espacio gigante en mi vida, los médicos tomaron el control absoluto de mi cuerpo. Me sometí a 2 operaciones previas, 6 meses de quimioterapia, uno de radioterapia, una doble mastectomía y una ooferoctomía. Mucho hospital, mucha sala de espera, mucho pinchazo, mucha incertidumbre.

Fui una paciente buena, optimista y obediente. Nunca opuse resistencia, no pensé que era injusto, ni me pregunté por qué… acepté que era lo que tocaba, confié en el tratamiento, y asumí el cansancio, las náuseas, los cambios físicos, y el dolor articular como parte del proceso. Y a pesar de todo eso, durante ese tiempo, fui feliz, muy feliz. No fue fácil, pero crecí mucho, viví mucho, amé mucho.

calvorota

Y esa felicidad que fui capaz de sentir durante la tormenta fue la clave de mi viaje cuando llegó la calma. Sentí que tenía que hacer las cosas bien, sentí que me lo debía a mí misma. A la chica que fui y aguantó todo con una sonrisa.

Y ahí empezó un viaje; la vida después del cáncer. Un viaje con muchas paradas, todas necesarias, ni buenas ni malas, las que tenían que ser, las que tocaron y las que siguen tocando.

Al principio, sentí que tenía que exprimir cada día como si fuera el último, un enfoque muy lógico – y habitual – tras el cáncer. Durante los primeros años viví siempre a flor de piel, sintiendo que tenía que disfrutar de cada rayo de sol, de cada brizna de aire, de cada beso, de cada paso.

Aprendí muchísimo de esos primeros años, después, poco a poco, de una manera muy natural fui abandonado ese camino, me llevó a un nivel de intensidad que resultaba insostenible a largo plazo. Acabé exhausta.

Y entonces llegó una nueva etapa en la que busque la paz, la calma, la tranquilidad. Un lugar en el que quedarme. Poco a poco le fui dando menos espacio al cáncer, dejé de sentir que todos mis pensamientos eran resultado de esa experiencia. Empezaron a llegar nuevas experiencias que ocuparon el lugar protagonista. Llegaron nuevas razones, nuevas pasiones.

Y ahora estoy en un momento un poco ambiguo, me muevo entre ambas, recupero ideas del principio, pero necesito tranquilidad, huyo de la ansiedad, no quiero vivir con tanta urgencia.

Durante estos años he reflexionado mucho: sobre la vida, sobre la muerte, sobre el amor, sobre el peligro, sobre la incertidumbre. Ahora ando más ocupada aprendiendo a vivir día a día, tratando que mis hijos sean niños felices, que sepan la suerte que tienen, que no entiendan la vida sin bondad, y que nunca, jamás, hagan daño a nadie.

Me acompaña en este viaje el miedo, que me confunde muchísimo, convivo fatal con la incertidumbre, me vuelve loca. Ese es mi talón de Aquiles. Me estoy esforzando mucho por colocarlo en el lugar que le corresponde, porque sé que a veces soy yo la que le da un espacio desproporcionado.

Y ahora vuelvo a la pregunta inicial, Cuando todo acaba… ¿vuelve tu vida?

Y la respuesta es NO, la vida que vuelve es otra, en algunas cosas es mejor, en otras es más difícil.

A lo largo de la vida hay acontecimientos profundamente transformadores: el primer amor, el auténtico amor, la muerte de un ser querido, el nacimiento de tus hijos, ver el dolor en los ojos de alguien a quien quieres.

El cáncer es uno de esos acontecimientos, uno muy extremo, especialmente intenso. Sería imposible pensar que no te cambia, sería como aceptar que somos inalterables, que nada nos conmueve.

Creo que hay tantas formas de afrontar el cáncer como enfermos de cáncer, y lo mismo pasa con el rastro que deja. Conozco gente que no quiere ni oír hablar del tema, que casi parece haberlo olvidado. Conozco gente que necesita dotar a su experiencia de un sentido, un aprendizaje que le haga sentir más pleno. Conozco gente que cambió su rumbo profesional y personal, y otra que ha vuelto al mismo punto en el que se encontraba antes del diagnóstico.

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Y conozco a toda esa gente porque, entre otras cosas, yo he sido todas esas personas, he pasado por todas esas fases en estos 6 años. Y todas son buenas, todas son esperanzadoras. Ojalá llegue un día en el que todo el mundo sienta el cáncer como una experiencia pasada y superada. Ojalá, (ya que estamos soñando, hagámoslo a lo grande) llegue el día en el que nadie tenga que pasar por esta experiencia, que no exista el cáncer.

Mientras tanto, estaré dispuesta a poner, con mi experiencia, un pequeño granito en esta playa tan grande, será así sea cual sea la fase en la que me encuentre.

Mil gracias a JAQUE AL CÁNCER por contar conmigo para este post.

Y sobre todo, un beso enorme y un abrazo fuerte y lleno de energía a todo el que haya leído este texto, muchísimas gracias por acompañarme hasta aquí.

Blanca Madrid

Muchas gracias por este post Blanca. Muchas gracias por ser y estar.

¡Y da por hecho que tu granito de arena va a llegar a muy buen puerto!

*Las imágenes aquí utilizadas son propiedad privada. Queda prohibido su uso.

15 comentarios en “¿Y AHORA QUÉ?

  1. Qué manera tan sencilla y maravillosa de expresarse. Blanca es maravillosa, transmite paz, a lo que muchos caminantes como yo aspiramos. Aún queda mucho, pero ojalá algún día pueda yo escribir algo como esto desde la mirada de quien se ha curado. Mil besos para ella y para vosotras, que nos guiáis cada día. Myriam.

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  2. Que manera tan Hermosa de transmitir tu mensaje! Lo complicado y muchas veces aterrador lo conviertes en simple al expresarlo de esa manera! . Para las que aún tenemos una jornada por caminar de la mano del Cancer, El leerte nos motiva, sobre todo a vivir y permanecer en la lucha con la esperanza «del después de»…. un beso! Todo suma Gracias Jaque al Cancer!

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