QUÉDATE A MI LADO

acompañantes

Y mientras suena Nuvole Bianche de Ludovico Einaudi siguen revoloteando en mi cabeza mil ideas respecto a cómo afrontar la introducción de este post… Son muchas las ideas que van cogiendo forma por aquí, y muchos los posts que traspasan ordenadores, tabletas y móviles para llegar de verdad a vuestras bandejas de entrada de la vida. El post de hoy también quiere llegar a esas bandejas. ¿Lo conseguiremos? No todos los días rendimos tributo absoluto a esas personas a las que les ha tocado un papel “secundario” en esos caminos del cáncer… -decimos “secundario”, aunque, y que ningún caminante se nos ofenda, bien podrían ser principales, que no protagonistas, ¿verdad?-. El caso es que esta dificultad que se nos cuela escribiendo esta introducción es consecuencia directa de que somos totalmente conscientes de lo crucial que es desempeñar el papel de ACOMPAÑANTES. Sabemos también lo complicado y tremendo que es. Y lo sabemos de verdad de la buena… buena… buena….

Caminantes adultos con vuestro permiso: (caminantes no adultos, quizás un día hagamos un homenaje a vuestros acompañantes también 🙂 )

Un ¡hurra! por esos acompañantes que no saben si ese “estoy bien, gracias” que les decís es real o es ciencia ficción.

Un ¡hurra! por esos acompañantes que sobrellevan como pueden el veros sin ganas de comer.

Un ¡hurra! por esos acompañantes que os cuentan un chiste tonto en un intento de sacaros una media sonrisa.

Un ¡hurra! por esos acompañantes que os llaman mil veces al día para ver qué tal estáis.

Un ¡hurra! por esos acompañantes que os escuchan sin cesar y sin pestañear.

Un ¡hurra! por esos acompañantes que no dejan de comerse la cabeza pensando en qué más pueden hacer.

Un ¡hurra! por esos acompañantes que muchas veces sufren. En silencio.

Un ¡hurra! por esos acompañantes que priorizan sus vidas a la vuestra.

Y ahora damos a paso a nuestros actores principales de hoy. Marta, Sara, Rosa, José María, Miriam, Isabel, Zania, Isidoro, y Paula, no sabéis lo muchísimo que os agradecemos estas entrevistas a corazón abierto. Gracias por vuestro tiempo y por vuestra ayuda y por hacernos llorar y reír mientras preparábamos este post. Y, claro está, por todo el aprendizaje que nos dejáis. Ojalá y leeros pueda ayudar a muchos acompañantes. ¡Seguro qué sí!

(*** ¡Ojo al dato! En este post hay historias de todo tipo. Más o menos complicadas. Con acompañantes aún en activo y con acompañantes que ya llegaron a buena meta. ¡Ojo al dato! La respuesta a la última pregunta en cada entrevista seguro os deja a todos pasmados, igual que a nosotras. ¡Ojo al dato! Buscad la «negrita verde» de cada acompañante. Son detalles diferentes, positivos, constructivos, etc. que nos ha parecido interesante resaltar ***)

MARTA

Marta y Carmen

 

¿A quién acompañas o has acompañado?

Acompañé a mi madre.

¿Qué tipo de cáncer le tocó vivir a tu caminante?

Cáncer de mama.

¿Estabas presente cuándo tu acompañante en cuestión se enteró de que el cáncer había entrado en su vida? De no ser así, ¿cómo te enteraste?

No, mi madre me lo contó más tarde cuando el diagnóstico era seguro. Sin embargo, yo ya había notado antes algo rara a mi madre y sospechaba, así que decidí “investigar” para ver que sucedía y encontré la mamografía en la cual aparecía el cáncer ; así fue como me enteré.

¿Qué sentiste cuándo esta noticia llegó a tu vida? ¿Qué se te pasó por la cabeza? ¿Cuál fue tu primera reacción?

Cuando vi la mamografía no entendía nada por todos los térmicos médicos que aparecían en el diagnóstico y me preocupé, porque no sabía si era muy grave, poco y no sabía si mi madre no me lo había contado, porque era muy grave o por cualquier otro motivo. Mi primera reacción fue callarme, ya que si no me llevaba una bronca por haber cotilleado sus cosas y busqué los términos en internet y hablé con una amiga mía que estudiaba medicina para que me informase un poco sobre la situación.

¿Y cuáles fueron tus primeras palabras hacia tu caminante? ¿Qué consuelo inmediato y espontáneo le brindaste?

Cuando mi madre me lo contó lo primero que la dije es que ya lo sabía que sentía mucho haberlo ocultado, pero quería saber qué pasaba. Después le dije que no se preocupase que estábamos todos juntos en esto y que lo íbamos a superar juntos, que no estaba sola. También la dije que no se preocupase que saldría todo bien.

¿Crees qué acertaste con aquel consuelo o aquellas palabras? ¿Las repetirías? O, ahora, tras el camino ya recorrido y sabiendo lo que sabes, ¿las cambiarías?

No me arrepiento de haberlas dicho, es más, se lo repetía cada vez que se ponía triste o la veía poco motivada. Además quedó demostrado que durante el recorrido del cáncer estuvimos al pie del cañón con ella.

En caso de haber logrado mantener la calma de verdad -no solo de dientes para afuera y delante de tu caminante- cuéntanos qué cosas te ayudaron a mantenerla.

Yo intentaba pensarlo lo menos posible y para ello pues me apoyé en la universidad, en mis amigos y en mi novio. Lo que me ayudaba también fue acompañarla durante todo el proceso como por ejemplo cuando fuimos a comprar la peluca y productos especiales para ella, así como, a las consultas médicas o las quimios para poder comprender más lo que pasaba y empatizar con ella y aunque fuese duro verlo y vivirlo era lo que me hacía mantener la calma, porque entendía lo que sucedía y comprendía porqué pasaban las cosas. Además viendo todo el proceso también notaba más los cambios y me ayudaba a estar tranquila.

Durante todo el tiempo que duró el proceso…. ¿qué era lo que a ti cómo acompañante se te hacía o se te hace más cuesta arriba? ¿Por qué?

Lo que más me costaba era ver cómo mi madre después de alguna quimio no podía levantarse de la cama o cuando la acompañaba a las quimios también se hacían algo cuesta arriba, porque toda la alegría y entusiasmo desaparecían por completo durante una hora y media y hasta que no pasaba un día no volvía a ser ella del todo. Mi momento más impactante fue cuando se le cayeron las cejas, porque fue cuando realmente me percaté de la situación y de lo que estaba pasando.

¿Cuáles eran tus “armas de acompañante” con tu caminante cuándo éste no quería o no quiere levantarse de la cama, o comer o hacer cualquier cosa?

En esas situaciones yo le recordaba los análisis tan buenos que le habían salido en las última quimios para poder motivarla. Además, le decía que cuanto mejor comiese y se cuidase antes se acabaría esto y podría hacer lo que ella quisiese, aunque fuese duro tenía que seguir: un día más era un día menos para acabar.

Evidentemente, tu como acompañante, has sido uno de los apoyos de tu caminante. Pero y tú, ¿qué ha pasado contigo? ¿Has tenido algún apoyo? ¿Cuál ha sido tu refugio? ¿En qué punto te encuentras ahora?

Apoyarme en mis amigos y en mi novio fue una clave fundamental para poder luego llegar a casa y que mi madre se pudiese apoyar en mí sin ningún tipo de problema. También intentaba despejarme mucho, por ejemplo, estudiando más para la universidad mientras estaba en casa (también para que mi madre no se sintiese responsable si suspendía y no tuviese más preocupaciones al igual que mi padre) o por las noches estar con mis amigos para no tener que estar constantemente pensando sobre el tema, aunque en realidad solo quería estar con ella, pero sabía que lo mejor era salir y despejarme para recargar energía. Después de haber pasado por esto he conseguido conocerme más a mi misma y sé como afronto situaciones importantes. Ahora estoy bien y feliz, porque he visto como entre todos hemos conseguido buenos resultados y sé que si volviese a suceder estaríamos todos apoyándonos.

Te permitiste / te estás permitiendo en algún momento una tregua interna real y consciente…. ¿reírte a carcajadas? ¿disfrutar de las cosas? ¿simplemente divertirte y por un momento no pensar en tu acompañante? ¿Por qué?

¡Por supuesto! Ninguno dejamos que el cáncer controlase e inundase nuestras vidas más de lo que ya lo hacía, porque aunque sea una etapa dura siempre hay que intentar ver las cosas buenas que te pasan alrededor y no dejar que te embargue por completo. Además disfrutando de pequeños momentos también se hace más fácil afrontar el proceso.

A partir de tu propia experiencia, ¿qué le dirías a algún otro acompañante que te esté leyendo en este momento?

Le diría que aunque sea una sola persona la que tiene el cáncer están todos en la situación y se tienen que apoyar los unos a los otros para salir adelante. Además, aunque él/ella no sea la persona que tenga el cáncer no significa que tenga que tragarse todo y hacerse el duro. Ahora son un equipo y tienen que hablar las cosas para superarlo y siempre cogerse un momento para uno mismo. Por último, le diría que no dejase de disfrutar en ningún momento, eso es lo que le ayudará más a la hora de apoyar al enfermo.

sara.jpg

Sara y Adrián

¿A quién acompañas o has acompañado?

A mi marido.

¿Qué tipo de cáncer le tocó vivir a tu caminante?

Le diagnosticaron un Linfoma Hodgkin estadio IV en octubre de 2017.

¿Estabas presente cuándo tu acompañante en cuestión se enteró de que el cáncer había entrado en su vida? De no ser así, ¿cómo te enteraste?

En nuestro caso afortunadamente fue todo muy rápido, un miércoles notamos unos bultitos en el cuello y el jueves consultamos a un médico, ese mismo día le hicieron una ecografía y ya nos dijeron que no tenia buena pinta, no habíamos terminado de salir por la puerta cuando la doctora que le había hecho la ecografía salió corriendo detrás nuestra para decirnos que le harían un TAC esa misma tarde. Tras el TAC nos adelantaron lo que semanas más tarde tras la biopsia se confirmó, el cáncer había entrado en nuestra vida.

¿Qué sentiste cuándo esta noticia llegó a tu vida? ¿Qué se te pasó por la cabeza? ¿Cuál fue tu primera reacción?

Creo que por mucho que escuchemos hablar de esta enfermedad, no logramos perderle ese miedo atroz y aún, cuando la escuchamos seguimos relacionándola inevitablemente con la muerte, es precisamente eso lo que hace que ante un diagnóstico de cáncer de repente el miedo se apodere de nosotros. Yo temblaba, me temblaban las piernas, solo me repetía en mi cabeza “no puede ser…” “¿se va a morir?” “¿le voy a perder?”, habíamos vuelto hacia 15 días de nuestra luna de miel, parecía una pesadilla. Ese día en el hospital creo que ninguno de los dos nos hacíamos a la idea, en la vorágine de tanta prueba no nos dio tiempo a imaginar demasiado lo que se avecinaba. Fue al entrar en casa esa tarde y los días siguientes cuando los dos nos derrumbamos, lloramos, lloramos juntos, separados, interior y exteriormente, al contarlo a familiares y amigos, lloramos de todas las maneras que había para llorar… aun ahora si lo recuerdo se me cae alguna lágrima. Fueron momentos muy duros, no recuerdo algún otro  momento en mi vida donde haya sentido tanto miedo… pero YA, después de esas semanas intensas de pruebas decidimos que había que luchar contra viento y marea sin ninguna condición, con la cabeza alta, el ánimo arriba y sobre todo con una actitud activa ante la enfermedad. Aun hoy estamos en el proceso, llevamos 9 quimios y nos quedan 3, hemos cambiado muchos hábitos. Aun hoy nuestra vida gira en torno al cáncer, decir lo contrario sería mentir, pero pasará, y puedo decir, que no está siendo tan horrible como habíamos imaginado, no elegiría volver a vivir esto, pero realmente si decides tomar parte activa en este proceso todo se ve de manera diferente, te das cuenta de que puedes hacer mucho más que sentarte en el sillón de las quimios cada 15 días, que todo puede ser de otra manera, y eso aunque parezca que no,  reconforta, y mucho.

¿Y cuáles fueron tus primeras palabras hacia tu caminante? ¿Qué consuelo inmediato y espontáneo le brindaste?

Desde el momento en el que notamos el bulto mis palabras eran siempre “tranquilo, no va a ser nada”, cuando le hicieron la ecografía “tranquilo, no va a ser nada”, pero cuando le hicieron el TAC… no tenía casi fuerza ese«tranquilo no va a ser nada”, no me sentía con valor para decirlo ni siquiera pensaba que tenía credibilidad. Creo que no dije nada más en toda la tarde, solo le agarraba la mano muy fuerte supongo que en un intento de transmitirle toda la fuerza que me quedaba. Los días siguientes cuando empezamos a hacernos la idea de lo que se nos venía, era la familia quien empezaba a decir esta misma frase y que a mí me molestaba, recuerdo a un familiar que le contesté muy bruscamente, “si va a ser, dejar de decirnos que no va a ser nada porque si va a ser algo, tenemos que hacernos la idea de que está enfermo”. A día de hoy aun me arrepiento de haber dicho esto así, no entendía que en ese momento nosotros ya habíamos pasado esa fase y que ahora les tocaba a ellos intentar negarlo hasta hacerse la idea. A partir de ahí mis palabras hacia mi marido cambiaron, “vamos a luchar juntos”, “vamos a poder con eso”, le repetía una y otra vez, y él, luchador desde el primer momento, me contestaba “vamos a poder, si, voy a poder con esto”, y no se equivocaba. A día de hoy estoy convencida de que ha sido esta actitud suya la que ha hecho que todo vaya tan bien, o al menos que no vaya peor.

¿Crees qué acertaste con aquel consuelo o aquellas palabras? ¿Las repetirías? O, ahora, tras el camino ya recorrido y sabiendo lo que sabes, ¿las cambiarías?

Creo que no, supongo que la fase de intentar negar lo que está pasando es saludable, es natural intentar interiormente no querer creer que de repente los planes que tenías van a tener que esperar, que tu vida va a parar, al menos de momento, sin que tu lo hayas pedido, y que no puedes hacer nada para cambiarlo. Una vez que esto pasa, hay que asumir y afrontar, y sobre todo luchar, luchar activamente, nuestro cambio de hábitos, sobre todo en alimentación, para nosotros ha sido fundamental, no lo cambiaría, lo adelantaría si hubiera sabido antes todo lo que sé ahora.

En caso de haber logrado mantener la calma de verdad -no solo de dientes para afuera y delante de tu caminante- cuéntanos qué cosas te ayudaron a mantenerla.

Lo primero de todo creo que es importante saber lo que pasa, entender la enfermedad, pero con cuidado, de boca de un profesional, en internet hay mucha información y hay que saber discernir porque no toda es real y una mala información puede preocuparte más de la cuenta y jugar en tu contra. En mi caso, la información me ayudó, cuando empezamos a conocer la enfermedad nos dimos cuenta de que se podía luchar, que la muerte no era una primera opción en absoluto y que no estaba todo perdido. Entendimos entonces que nos había tocado y que había que empezar a caminar. Respecto a mi individualmente, los primeros días me costaba dormir, no podía parar de hacer cosas, siempre intentaba estar entretenida para no pensar demasiado, no era capaz de sentarme en el sofá porque se me caía el mundo encima, tuvimos que poner una televisión en la habitación porque no aguantaba el silencio, intentaba ser  fuerte delante de mi marido, por nada del mundo quería que él estuviera mal por mi culpa, suficiente tenía él ya… pensaba que esa sensación duraría para siempre, anhelaba los días anteriores en los que viviendo en la ignorancia de no saber que mi marido estaba enfermo, era absolutamente feliz, pero pasó, sigo tomando una tila antes de dormir, me viene bien aunque creo que ya no la necesito, me siento en el sofá tranquila y soy feliz,  esa horrible sensación no dura siempre, se pasa y tu vida no vuelve a ser como era antes, todo ha cambiado, pero no necesariamente a peor. Mucho hemos aprendido con todo esto, no volveremos a ser los de antes, somos mejores, mucho mejores.

Durante todo el tiempo que duró el proceso…. ¿qué era lo que a ti cómo acompañante se te hacía o se te hace más cuesta arriba? ¿Por qué?

Las pruebas, los días previos a la prueba, los momentos de antes de una consulta con el médico… mi frase de “tranquila todo va a ir bien” vuelve a resurgir en mi interior, pero en este caso los fantasmas pueden más y me acobardan. Me pasó en las pruebas iniciales y me ha pasado en las de mitad del tratamiento, aun no he encontrado la manera de llevarlo mejor. Supongo que es natural ese miedo pero me gustaría evitarlo. A veces pienso en si estos fantasmas me perseguirán toda la vida, en si dentro de  años aun pensaré en si el cáncer volverá,  y eso sinceramente, me da pánico, pero también pienso que si hemos luchado de esta manera ahora, lucharemos toda la vida, con lo que venga y como venga. El resto de momentos los vamos llevando bien, cuando aparece un efecto secundario intentamos buscar maneras de solucionarlo, si tiene solución, y si no tiene yo siempre intento animarle diciéndole “no queda nada”, no sé si funciona pero es real, es algo temporal y sabemos que hay que pasarlo  y que pasará.  Con el cambio de alimentación los efectos secundarios apenas aparecen y eso inevitablemente influye muy positivamente en la calidad de vida.

¿Cuáles eran tus “armas de acompañante” con tu caminante cuándo éste no quería o no quiere levantarse de la cama, o comer o hacer cualquier cosa?

No tengo mucha experiencia en esto, afortunadamente mi marido ha hecho casi vida normal, sobre todo en las primeras quimios tenía pocas ganas, recuerdo que al principio íbamos a los concesionarios a ver coches, no teníamos intención de comprar ninguno, pero a él le gustan mucho y era algo que le motivaba a salir, intentábamos guardar las actividades que más le motivaban para la semana de la quimio. En cuanto al apetito, solo el mismo día de la quimioterapia y el siguiente no tiene apetito, intento hacerle comidas con muy buen aspecto para que le apetezcan, lo que más le guste, últimamente hemos descubierto que las aceitunas le quitan el mal sabor de boca, así que usamos eso antes de comer para hacerlo más agradable.

Evidentemente, tu como acompañante, has sido uno de los apoyos de tu caminante. Pero y tú, ¿qué ha pasado contigo? ¿Has tenido algún apoyo? ¿Cuál ha sido tu refugio? ¿En qué punto te encuentras ahora?

Recuerdo que al principio la gente me decía “tienes que permitirte estar mal tú también”, recuerdo que cuando me decían eso, yo en mi interior pensaba “¿que más dará como este yo? Lo importante es que el esté bien”, después me di cuenta de que mi estado de ánimo y como yo estuviera de fuerte iba a influir mucho y que yo también tenía que cuidarme.  Al principio intentaba no apoyarme en mi marido, me desahogaba en el trabajo, con mis padres, con familiares, amigos, lloraba sola…. Ahora he descubierto que él tiene la capacidad de apoyarme también y que puedo contar con el si en algún momento flaqueo. Pensaba que el hecho de que yo flaqueara delante de él podría hacerle caer, pero no, el tiene sus momentos y yo los míos, no se contagia, cuando yo estoy  mal, me apoya y cuando él está mal, le apoyo yo, así funciona. Actualmente me siento fuerte, con ganas de que esto termine pero intentando disfrutar del tiempo libre que esto nos está trayendo. Llegar a casa y tenerle ahí es un privilegio, pasamos mucho tiempo juntos y eso está alimentando mucho este proceso. Creo que hay que aprender de todo lo que la vida nos manda, por muy horrible que nos parezca, hay cosas que no podemos cambiar y ante las que lo único que podemos hacer es luchar e intentar sacar lo que podamos aprender.

Te permitiste / te estás permitiendo en algún momento una tregua interna real y consciente…. ¿reírte a carcajadas? ¿disfrutar de las cosas? ¿simplemente divertirte y por un momento no pensar en tu acompañante? ¿Por qué?

Al principio de este camino era difícil pensar en nada más, recuerdo que la gente me contaba sus problemas y todo me parecía banal, nada era tan importante como lo que nosotros estábamos viviendo,  no podía dejar de pensar en lo que nos estaba pasando. Pero ahora eso ha cambiado, tenemos una vida muy parecida a la que teníamos antes, hay momentos en los que hay que adaptarse a las circunstancias y modificar ciertas cosas, pero por lo demás seguimos riendo, disfrutando… creo que es necesario un proceso de adaptación a tu “nuevo camino”, pero que no puede uno quedarse arrinconado y preguntándose ¿Por qué a mí?, ha pasado y hay que continuar, esto es solo un escalón más que hay que subir, quizás algo más alto que otros, pero no podemos quedarnos parados mirando la vida, hay que vivirla porque solo hay una.

A partir de tu propia experiencia, ¿qué le dirías a algún otro acompañante que te esté leyendo en este momento?

Ayer hablaba con mi marido sobre esta entrevista y sobre lo que a mi en los primeros días me ayudó leer y hablar con gente que había vivido algo parecido, creo que el desconocimiento da mucho miedo, en mi caso imaginaba esto como un infierno, mucho peor lo que lo está siendo, las palabras “cáncer”, “quimioterapia”, “port a cath”… me daban mucho miedo, y conocer la realidad de todo esto de la boca de otras personas que lo estaban viviendo me ayudo mucho. Por otro lado, sentir que tú mismo puedes hacer algo por tu curación, por disminuir los efectos secundarios… en nuestro caso, ningún medico nos dijo en ningún momento que la alimentación y otros hábitos podían ser tan importantes, y hemos podido ir descubriendo que influye y mucho. Además sentir que estás haciendo algo tan importante por ti mismo hace que te sientas mucho más fuerte y luchador. Y por último que NO ES TAN IMPORTANTE LO QUE TE SUCEDE SINO LO QUE HACES CON LO QUE TE SUCEDE.

ROSA

Rosa y Rosa

¿A quién acompañas o has acompañado?

A mi madre con 64 años.

¿Qué tipo de cáncer le tocó vivir a tu caminante?

Cáncer de colon en fase IV con metástasis en hígado y pequeño nódulo en pulmón. En febrero de 2016 ya dio la cara. Diagnosticado clínicamente en abril de ese mismo año.

¿Estabas presente cuándo tu acompañante en cuestión se enteró de que el cáncer había entrado en su vida? De no ser así, ¿cómo te enteraste?

Sí que estaba presente, de hecho, yo fui la receptora (junto a uno de mis hermanos) y transmisora de todo, y a casi todos, incluyéndola a ella.

¿Qué sentiste cuándo esta noticia llegó a tu vida? ¿Qué se te pasó por la cabeza? ¿Cuál fue tu primera reacción?

En este sí que puedo responder afirmando que el corazón sí que puede doler físicamente. Eso fue exactamente lo que sentí. Después, mi capacidad de reacción frente a la situación fue rápida.

¿Y cuáles fueron tus primeras palabras hacia tu caminante? ¿Qué consuelo inmediato y espontáneo le brindaste?

Palabras de apoyo incondicional. Transmitir todo el cariño y comprensión posible, escuchar. Las palabras de consuelo en esos primeros momentos de incertidumbre: cirugía.

¿Crees qué acertaste con aquel consuelo o aquellas palabras? ¿Las repetirías? O, ahora, tras el camino ya recorrido y sabiendo lo que sabes, ¿las cambiarías?

Siempre he sido muy comedida con lo que decía (ya he pasado por varias experiencias). Con el cáncer nunca se sabe. Nunca hablé más allá de lo que desconocía. En mi caso el empaparme de tanta información me ha servido de mucho. La falta de ésta, es lo peor con el cáncer, y no me refiero a querer saber cómo se desarrollará, a la evolución durante y tras los tratamientos (ni los propios médicos lo saben)… yo siempre he ido más allá de todo esto. Yo me centré en cómo manejar la situación fuera del hospital, allí solo te hablan de tratamientos, efectos secundarios, resultados de analíticas y en muchos casos se necesita de intérprete para poder entender todo aquello. En nuestra mano está paliar en la medida de lo posible todo ese shock físico y psicológico que la situación supone. Sin duda claro que volvería hacerlo, por supuesto que sí. Sigo en ello de hecho.

En caso de haber logrado mantener la calma de verdad -no solo de dientes para afuera y delante de tu caminante- cuéntanos qué cosas te ayudaron a mantenerla.

Sin duda la calma interior, esa que solo se consigue, cuando haces todo lo que puedes. «El que hace lo que puede no está obligado a más». La presuntuosa calma, proveniente de personas que desconocen tu situación no interesa, es más en mi caso lo evitaba. Aprendí a olvidar lo que escuchaba en esos casos.

Durante todo el tiempo que duró el proceso…. ¿qué era lo que a ti cómo acompañante se te hacía o se te hace más cuesta arriba? ¿Por qué?

El no poder por motivos de trabajo acompañarla a cada visita y/o tratamiento (siempre estuvo muy bien acompañada), eso duele un poquito mucho. La incertidumbre, la maldita incertidumbre. El margen de espera entre prueba y resultados. Y como no, mantener mi constancia en cuanto a cuidados con la alimentación, sobre todo con estos cuidados. Por suerte recibí el apoyo de UNA persona que formaba parte del personal sanitario. El desterrar todo lo que desde que éramos pequeños ha servido como buena base de alimentación no es nada fácil. Una vez más todo lo que vi, entendí y aprendí lo puse en práctica. Solo podía obtener un único resultado y siempre en el peor de los casos sería bueno. Sin duda de ahí el mayor desgaste, pero con muy buena recompensa a nivel personal. La mejor de toda mi vida.

¿Cuáles eran tus “armas de acompañante” con tu caminante cuándo éste no quería o no quiere levantarse de la cama, o comer o hacer cualquier cosa?

Tengo a una supermami. La verdad es que salvo en una ocasión en la que debido a una negligencia estuvo un poco decaída no hizo falta más que todo nuestro cariño multiplicado por mil, el calorcito de sus nietos, mis comiditas sanas a diario… una excelente caminante sin lugar a dudas. Nunca se abandonó.

Evidentemente, tu como acompañante, has sido uno de los apoyos de tu caminante. Pero y tú, ¿qué ha pasado contigo? ¿Has tenido algún apoyo? ¿Cuál ha sido tu refugio? ¿En qué punto te encuentras ahora?

Soy una persona muy empática, eso me ha facilitado mucho el camino. He tenido suerte para atraer a personas que me han aportado mucho cada día y ahuyentar a otras que no aportaban nada jajajajaja. El solo me importa quién me aporta ya sí que tiene sentido en mi vida. Me he sentido muy arropada por todos los seres que me quieren, y me refiero al AMOR REAL, sin filtros. Solo tengo buenas palabras de agradecimiento a todos ellos. Aunque yo también contaba con mi refugio paralelo. Sin buscarlo lo encontraba en esas personas que he ido conociendo durante todo este tiempo. Sobre todo, quieres que se te ESCUCHE. A mí personalmente, no me sirven las charlas de psicología de andar por casa, me quedo sin duda con ese apoyo incondicional de unas personas un tanto especiales para mí a lo largo de este camino. Pero esto es algo parecido a cuando eres un niño, no te gusta que todo sean preguntas o clases de cómo debes hacer las cosas, o la maldita calma pronunciada insistentemente carente de significado en esos momentos. Es complicado también estar al otro lado de la barrera por supuesto, yo lo estuve ya en varias ocasiones. Para mí el mejor apoyo tanto en una como en otra situación ha sido ese ESCUCHAR, regalar tus oídos. Ahora mismo, aún estoy abrumada realmente por todo lo acontecido, pero feliz, muy feliz.

Te permitiste / te estás permitiendo en algún momento una tregua interna real y consciente…. ¿reírte a carcajadas? ¿disfrutar de las cosas? ¿simplemente divertirte y por un momento no pensar en tu acompañante? ¿Por qué?

Si todas las que puedo, por supuesto. Lo hago a diario. Soy de las que pertenecen al mundo de las pequeñas cosas, de esas altamente sensibles.

A partir de tu propia experiencia, ¿qué le dirías a algún otro acompañante que te esté leyendo en este momento?

Sobre todo, que no se deje vencer por el miedo infundado por otras personas. Que haga oídos sordos a todo aquello que pueda lastimar o restarle energía. Que no se obligue a nada. Y que siempre tenga presente que el que hace lo que puede no está obligado a más. Yo estoy muy orgullosa de poder decirlo alto y claro. Volvería hacerlo una y otra vez. Ahora cuando cuento la historia puedo terminar diciendo que me he «redes-cubierto» como persona y que me gusto cada día más jeeee. He recuperado confianza en mí misma y reafirmado que soy yo la dueña de mi potestad para hacer todo aquello que me proponga, no necesito la aprobación de nadie. Y que lo mejor que se puede hacer en esta vida es VIVIRLA. La vida te remueve todo por fuera y por dentro cuando el cáncer forma parte de ella. Evita la zona de confort, haz que pasen cosas, ¡que no pase la vida! 

JOSE MARIA

José María y Leyre

¿A quién acompañas o has acompañado?

Leyre Contreras. 

*Si este nombre os suena, es porque el libro de Leyre ya pasó por Jaque 😉 *

¿Qué tipo de cáncer le tocó vivir a tu caminante?  Cáncer de mama.

¿Estabas presente cuándo tu acompañante en cuestión se enteró de que el cáncer había entrado en su vida? De no ser así, ¿cómo te enteraste?

No estaba presente. Se suponía que se trataba de los resultados de una revisión rutinaria y que, al igual que en una ocasión anterior, no había nada de que preocuparse. Leyre me llamó tras leer los resultados de la prueba.

¿Qué sentiste cuándo esta noticia llegó a tu vida? ¿Qué se te pasó por la cabeza? ¿Cuál fue tu primera reacción? 

Quería estar a su lado cuanto antes; sentí pesar por un momento, pero en seguida empecé a pensar en lo que debía y quería hacer a partir de ese momento. Pensé en cómo se estaría sintiendo, en que para empezar tendrían que hacerle pruebas más exhaustivas para confirmar el diagnóstico y saber el tipo de tumor y el estadio del mismo, pensé en las próximas semana y meses, en cómo organizarnos para lo que se avecinaba… pensé en muchas cosas y al mismo tiempo sólo en una, en Leyre. Darle muchas vueltas a la cabeza y querer estar a su lado cuanto antes.

¿Y cuáles fueron tus primeras palabras hacia tu caminante? ¿Qué consuelo inmediato y espontáneo le brindaste?

No las recuerdo. Pensando en ello, posiblemente le preguntaría donde estaba para reunirme con ella y con calma intentaría saber cómo se encontraba para así poder ayudarle mejor. Un fuerte abrazo en cuanto nos vimos, cariño e intentar templar los ánimos.

¿Crees qué acertaste con aquel consuelo o aquellas palabras? ¿Las repetirías? O, ahora, tras el camino ya recorrido y sabiendo lo que sabes, ¿las cambiarías?

No estoy seguro, creo que sí soy persona de pocas palabras y en ocasiones pienso a toro pasado que podría haber dicho o hecho más en determinadas circunstancias. En este caso, más que cambiar algo de lo que dije o hice, puede que ser algo más expresivo de lo que habitualmente soy, hubiera sido de más ayuda y consuelo.

En caso de haber logrado mantener la calma de verdad -no solo de dientes para afuera y delante de tu caminante- cuéntanos qué cosas te ayudaron a mantenerla.

Haber vivido a distancia pero de manera intensa el cáncer de varias tías mías, así como el fallecimiento de mi padre por cáncer de pulmón antes de conocer a Leyre, me aportó una experiencia que me ayudó mucho a afrontar la situación; pero lo que de verdad me hizo mantener la calma fue pensar que era lo mejor que podía hacer para ayudar a Leyre, si estaba en calma conmigo mismo podría transmitir esa calma a Leyre, de manera que ella pudiera tener a su lado una fuente de tranquilidad.

Durante todo el tiempo que duró el proceso…. ¿qué era lo que a ti cómo acompañante se te hacía o se te hace más cuesta arriba? ¿Por qué?

Siendo Leyre una persona tan activa y siempre llena de energía, me apenaba verla a ratos apagada y sobrepasada por la situación, pero los bajones duraban poco, pues enseguida recuperaba la sonrisa. Aunque intentaba hacer todo lo que se me ocurría para ayudar, con frecuencia dudaba si lo estaría haciendo suficientemente bien o si habría algo más que pudiera hacer. Para salir adelante Leyre decidió dar la mejor versión de si misma, lo que fue una fuente de inspiración para mí, de manera que para poder estar a su altura tenía que dar la mejor versión de mi mismo como acompañante, y no importa lo que hiciera, siempre pensaba si habría algo más que pudiera hacer o qué podría hacer mejor.

¿Cuáles eran tus “armas de acompañante” con tu caminante cuándo éste no quería o no quiere levantarse de la cama, o comer o hacer cualquier cosa?

Acompañarla, estar a su lado y procurar entender por qué se sentía así, ofrecerle lo que pensaba que podía hacerle bien sin presionar y estar atento a sus cambios de estado de ánimo para aprovechar el momento cuando recuperaba las fuerzas y la sonrisa que, dicho sea de paso, apenas perdió durante todo el proceso.

Evidentemente, tú como acompañante, has sido uno de los apoyos de tu caminante. Pero y tú, ¿qué ha pasado contigo? ¿Has tenido algún apoyo? ¿Cuál ha sido tu refugio? ¿En qué punto te encuentras ahora?

Leyre y su actitud fueron mi mejor apoyo. Aprendí lecciones valiosas de la experiencia y me sirvió para reafirmarme en mi sentimientos y compromiso hacia Leyre. Poner por delante de todo el bienestar de Leyre mientras necesitó mi ayuda Lo peor ya pasó y ahora toca seguir disfrutando de la vida juntos.

Te permitiste / te estás permitiendo en algún momento una tregua interna real y consciente…. ¿reírte a carcajadas? ¿disfrutar de las cosas? ¿simplemente divertirte y por un momento no pensar en tu acompañante? ¿Por qué?

Las carcajadas no van con mi forma de ser, Leyre anda sobrada de carcajadas para los dos. Disfrutar en la medida de lo posible sean cuales sean las circunstancia es un principio por el que me rijo en todo momento, incluso en los peores momentos siempre intentaba ver el lado positivo de las cosas o quitarle gravedad, lo que en algún momento me supuso algún reproche por parte de Leyre, lo cual entendía perfectamente, dado el trance por el que estaba pasando. Leyre insistió desde el principio en que no modificara algunas de mis rutinas, como salir a montar en bici los fines de semana, aparte de ello, estar pendiente de ella y acompañarla mientras avanzaba en su curación me aportaba mucha satisfacción Tenía claro cual era mi prioridad mientras Leyre no estuviera completamente recuperada, cualquier otra cosa pasó a un segundo plano de forma natural.

A partir de tu propia experiencia, ¿qué le dirías a algún otro acompañante que te esté leyendo en este momento?

No sabría qué decir, lo que sentí y lo que hice estaba muy relacionado con cual era nuestra relación y nuestra forma de ser. Supongo que cada acompañante ha de elegir el camino que mejor se adapte a las circunstancias que rodean a ambos, caminante y acompañante. Lo que sí tengo claro es que cuando uno se encuentra con una situación así lo mejor que se puede hacer es ser consciente de lo que de verdad importa para así poder dedicar a ello tanta energía como sea necesaria, que a pesar de las circunstancias no se olviden de disfrutar cada día.

MIRIAM

Miriam y Raquel

¿A quién acompañas o has acompañado?

Acompaño a mi madre.

¿Qué tipo de cáncer le tocó vivir a tu caminante?

Tiene un linfoma de no Hodgkin.

¿Estabas presente cuándo tu acompañante en cuestión se enteró de que el cáncer había entrado en su vida? De no ser así, ¿cómo te enteraste?

Fue a urgencias con mi padre y luego fui yo. Cuando llegué ya les habían dicho que tenía ese tipo de cáncer y me lo dijo ella.

¿Qué sentiste cuándo esta noticia llegó a tu vida? ¿Qué se te pasó por la cabeza? ¿Cuál fue tu primera reacción?

No me lo podía creer, viví una primera fase de negación, de hecho lo primero que pensé y le dije fue: «no, no puede ser». Y la primera reacción fue muy mala porque me dio un ataque de ansiedad (cuando nunca antes me había pasado).

¿Y cuáles fueron tus primeras palabras hacia tu caminante? ¿Qué consuelo inmediato y espontáneo le brindaste?

La primera vez (y primera noticia) no tuve palabras, sinceramente intentaba asimilarlo, me esforzaba más en mantener la sonrisa que en decirle algo que pudiera consolarla, sentía que las palabras no importaban, no sabía que debía decir, así que preferí la sonrisa a hablar, preferí que me viera como siempre, que viera que mi vida continuaba igual (que es lo que ella siempre ha querido). Al año, el cáncer se había transformado, era de otro tipo, más agresivo, a pesar de que tampoco me lo esperaba ya fue diferente, después de un año “conviviendo” con ello aprendes a saber qué decir, a encontrar palabras de apoyo. Antes del cáncer siempre había dicho que mi madre era indestructible, y después de esa noticia, le dije: ahora pienso aún más que eres indestructible, que se transforme en lo que quiera tu linfoma porque le has demostrado que puedes con él.

¿Crees qué acertaste con aquel consuelo o aquellas palabras? ¿Las repetirías? O, ahora, tras el camino ya recorrido y sabiendo lo que sabes, ¿las cambiarías?

No cambiaría nada, han sido varias etapas de primeras reacciones, y a cada etapa he madurado, he aprendido a no tener que pensar qué es lo que quiere oír, ni a forzar una sonrisa, ni a forzarme a mí misma en ser positiva. Lo mejor es darte cuenta de que estás al lado de alguien que puede con todo y a partir de ese momento, creo que hasta sobran las palabras, sé lo que quiere mi madre: que su niña lleve la vida que le toca, la vida de cualquier chica de su edad.

En caso de haber logrado mantener la calma de verdad -no solo de dientes para afuera y delante de tu caminante- cuéntanos qué cosas te ayudaron a mantenerla.

A mi lo que más me ha ayudado es valorar el tiempo que paso con ella y hablar con total confianza acerca de la enfermedad. Hay días que las circunstancias te pueden, por ejemplo, yo me ponía muy nerviosa con la mala organización del hospital, y delante de ella mantenía la calma, pero luego me iba a la habitación y me enfadaba, me ponía a pensar en lo injusto que es todo y lloraba. Pues aunque parezca que es malo, a mi desahogarme conmigo misma me ayudaba, poco a poco me iba acostumbrando y cambié el irme a la habitación por estar con ella, decirle que sí que era injusto pero era lo necesario para que se encontrara bien. Así que para mi la clave ha sido: por un lado, llorar cuando lo necesito (al final está claro que bien no se está, así que para qué reprimir esa tristeza o ira?) y por otro lado, dejar de pensar tanto y centrarme en el objetivo: que mi madre se encuentre bien y pueda tener una vida lo más normal posible.

Durante todo el tiempo que duró el proceso…. ¿qué era lo que a ti cómo acompañante se te hacía o se te hace más cuesta arriba? ¿Por qué?

Sinceramente, todos esos días “malos” del proceso (como ir a urgencias) se ven borrosos en mi cabeza, están ahí pero es como si los hubiera vivido otra persona porque en ese momento no piensas en nada, simplemente ves pasar los días. Entonces, cuando llega la calma (y ves a tu madre recuperándose) es cuando te paras a pensar en todo lo vivido y a pesar de tenerlo borroso, y de haberlo vivido sin lágrimas, ni trágicamente, ni con pensamientos negativos, te das cuenta de lo mal que lo estabas pasando.

¿Cuáles eran tus “armas de acompañante” con tu caminante cuándo éste no quería o no quiere levantarse de la cama, o comer o hacer cualquier cosa?

Creo que el sentido del humor, no considero que sea la mejor arma para todo el mundo, ni todo momento (a veces dejarlos en libertad también ayuda), pero restarle importancia creo que ayuda a que la otra persona no se sienta tan enferma. Para que os hagáis una idea explicaré una anécdota, en ese momento fue graciosa, está claro que hay que tener en cuenta las circunstancias, una madre delirando y una hija sin saber qué hacer: estábamos en urgencias, mi madre tenía mucha fiebre y nadie parecía saber que le pasaba. Ella empezó a decir que no podía más, yo le decía: «¡que sí que puedes mama!» Y continúo diciendo: «no, no puedo, estoy como en un túnel… y no salgo de él…» yo pensé: «ay que está viendo a Dios ya…» y le dije: «¿pero ves una luz?» Y ella: «no, ese es el problema que no veo la luz». Así que le respondí: «ah no, eso es bueno, y si la ves no vayas hacía ella».

Evidentemente, tu como acompañante, has sido uno de los apoyos de tu caminante. Pero y tú, ¿qué ha pasado contigo? ¿Has tenido algún apoyo? ¿Cuál ha sido tu refugio? ¿En qué punto te encuentras ahora?

En los peores momentos (sobre todo malas noticias) el gran apoyo ha sido mi padre, pero considero que mi refugio he sido yo misma, un acompañante puede tener también días malos y creo que no se deben reprimir, la otra persona sabe que no lo estás pasando mal y a mi poder expresar mi enfado, o mi preocupación me ha ayudado a no estar tan enfadada ni tan preocupada, y por suerte tengo a mi madre con quién siempre he podido hablar.

Te permitiste / te estás permitiendo en algún momento una tregua interna real y consciente…. ¿reírte a carcajadas? ¿disfrutar de las cosas? ¿simplemente divertirte y por un momento no pensar en tu acompañante? ¿Por qué?

Han sido 2 años de muchas etapas, al principio sí que valoré mucho los buenos momentos. Cuando le dijeron que el linfoma se había transformado no. Incluso me arrepentía de reír, pensaba no, no puedes reírte porque tu madre está en el hospital, o porque tu vida ahora mismo no es alegre… Pero son sólo etapas… En cuanto a no pensar en mi madre, creo que es ahora cuando empiezo a no pensar tanto, pero no quiere decir que no esté atenta a ella, soy una hija muy pesada.

A partir de tu propia experiencia, ¿qué le dirías a algún otro acompañante que te esté leyendo en este momento?

Ríe y llora por igual, juntos y en solitario. No luches por la otra persona, lucha con ella, enfrentaros juntos a los miedos, a los días malos, al no ver el final… y no pienses tanto, simplemente actúa, demuéstrale que la quieres, que te tendrá siempre y si piensas en algo, que sea en todo lo aprendido, porque esta experiencia es quizá lo peor que te haya pasado, es cierto, es una putada, pero ahora lo valoras todo mucho más. Un día inventé un lema para mi madre, nuestro lema contra esta enfermedad y todo lo que estábamos pasando: «en este laberinto te prometo que siempre iré al frente, tomaré tu mano, seré valiente porque nada es para siempre, y cuando más perdida te encuentres, recuerda: todo laberinto tiene salida».

ISA

Isabel y Bebel

¿A quién has acompañado?

A mi madre, pero antes pasamos por el de mi abuela.

¿Qué tipo de cáncer le tocó vivir a tu caminante?

Cáncer de pecho.

¿Estabas presente cuándo tu acompañante en cuestión se enteró de que el cáncer había entrado en su vida? No De no ser así, ¿cómo te enteraste?

Me enteré por teléfono. Me llamó ella misma para contármelo y fue como un jarro de agua fría.

¿Qué sentiste cuándo esta noticia llegó a tu vida? ¿Qué se te pasó por la cabeza? ¿Cuál fue tu primera reacción?

¡Uff! Me invadió la angustia, el miedo a lo desconocido, a no saber a qué nos enfrentábamos, pero también sabía que mi madre podía con todo. Animar al caminante y convencerme a mí misma de que esto era una piedra en el camino que nos ponía la vida.

¿Y cuáles fueron tus primeras palabras hacia tu caminante? ¿Qué consuelo inmediato y espontáneo le brindaste?

«Mami, ¡podemos con todo! Hoy la gente se cura de esto, tranquila.»

¿Crees qué acertaste con aquel consuelo o aquellas palabras? ¿Las repetirías? O, ahora, tras el camino ya recorrido y sabiendo lo que sabes, ¿las cambiarías?

Totalmente. Creo que cuando alguien pasa por una situación así necesita saber que no está solo aunque tampoco hay que olvidar que quien lo padece se lleva la peor parte.

En caso de haber logrado mantener la calma de verdad -no solo de dientes para afuera y delante de tu caminante- cuéntanos qué cosas te ayudaron a mantenerla.

La confianza de que hoy se ha avanzado mucho en el tratamiento del cáncer de mama y el saber lo luchadora que es mi madre era lo más importante. Lo importante era hacer que luchase con uñas y dientes y sobre todo que mantuviese  el ánimo positivo, lo cual le ayudó mucho en el postoperatorio. Tras la operación, se incorporó a trabajar en 15 días y en un mes estaba haciendo deporte de manera habitual. Mantuvo sus hábitos saludables y eso le ayudó mucho físicamente.

Durante todo el tiempo que duró el proceso…. ¿qué era lo que a ti cómo acompañante se te hacía o se te hace más cuesta arriba? ¿Por qué?

A veces aguantar las lágrimas porque la veía sufrir con la incertidumbre hasta la mastectomía y luego la valoración del comité de oncología para determinar el tratamiento.

¿Cuáles eran tus “armas de acompañante” con tu caminante cuándo éste no quería o no quiere levantarse de la cama, o comer o hacer cualquier cosa?

Mi madre gracias a Dios no ha pasado por eso, siempre ha estado con espíritu positivo. Fue un mes difícil, pero nunca se dejó llevar por ese “yo no puedo”.

Evidentemente, tu como acompañante, has sido uno de los apoyos de tu caminante. Pero y tú, ¿qué ha pasado contigo? ¿Has tenido algún apoyo? ¿Cuál ha sido tu refugio? ¿En qué punto te encuentras ahora?

Esta situación nos ha unido mucho como familia. Somos cinco hermanos y vivimos todos separados pero ante esta situación fuimos una piña, todos con ella, con mi padre quien sufrió mucho durante el proceso. Un día me dijo: “la veo tan desvalida” y yo le dije: “Papá: mamá está angustiada, preocupada pero desvalida no. Mamá es una luchadora nata y va a poder con esto” Y así fue, porque el cáncer se ha quedado ahí atrás y solo quedan las heridas de guerra.

Te permitiste / te estás permitiendo en algún momento una tregua interna real y consciente…. ¿reírte a carcajadas? ¿disfrutar de las cosas? ¿simplemente divertirte y por un momento no pensar en tu acompañante? ¿Por qué?

Claro que sí, porque la vida hay que mirarla con optimismo y sobre todo no hay que desaprovechar ni un segundo en cosas que no dependen de nosotros.

A partir de tu propia experiencia, ¿qué le dirías a algún otro acompañante que te esté leyendo en este momento?

Que mantengan el espíritu positivo, que somos su bastón el que apoyarse y ese apoyo tiene que ser fuerte. Pero hay que creer firmemente que contra el cáncer se puede vencer y no solo hacer jaque al cáncer sino llegar al jaque mate.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Zania acompaña a su madre

¿A quién acompañas o has acompañado?

Acompaño a mi madre.

¿Qué tipo de cáncer le tocó vivir a tu caminante?

Mi madre se está recuperando de cáncer de ovarios.

¿Estabas presente cuándo tu acompañante en cuestión se enteró de que el cáncer había entrado en su vida? No De no ser así, ¿cómo te enteraste?

Yo sospechaba algo al hablar un día con ella por teléfono, pero ella no me dijo nada. Tengo una amiga en la Sanidad Pública y le di autorización para que lo mirara y ella me lo confirmó.

¿Qué sentiste cuándo esta noticia llegó a tu vida? ¿Qué se te pasó por la cabeza? ¿Cuál fue tu primera reacción?

Me quedé muerta y paralizada. Lo primero que pensé… no es posible, es un sueño que alguien me despierte, y lo siguiente que pensé, mi madre se muere mañana. Mi primera reacción fue llorar, desesperarme, volverme loca.

¿Y cuáles fueron tus primeras palabras hacia tu caminante?¿Qué consuelo inmediato y espontáneo le brindaste?

A mi madre le dije «bueno mami a lo mejor no es malo lo que tienes, y si lo es no te preocupes, que te podrán operar y te lo quitarán».  Hablaba mucho con ella, y gastaba bromas, por dentro iba la procesión.

¿Crees qué acertaste con aquel consuelo o aquellas palabras? ¿Las repetirías? O, ahora, tras el camino ya recorrido y sabiendo lo que sabes, ¿las cambiarías?

Yo creo que si. Siempre las repetiría. No las cambiaría porque mi madre necesitaba ánimo, aunque ella nos animaba a nosotros también.

En caso de haber logrado mantener la calma de verdad -no solo de dientes para afuera y delante de tu caminante- cuéntanos qué cosas te ayudaron a mantenerla.

Mi novio y amigos, y tengo que confesar que tuve que empezar a tomar orfidal, porque no podía yo sola.

Durante todo el tiempo que duró el proceso…. ¿qué era lo que a ti cómo acompañante se te hacía o se te hace más cuesta arriba? ¿Por qué?

Ver los cambios de humor de mi madre, y cuando no quería comer. Me costó entender esas reacciones hasta que poco a poco comprendí que todo era el tratamiento.

¿Cuáles eran tus “armas de acompañante” con tu caminante cuándo éste no quería o no quiere levantarse de la cama, o comer o hacer cualquier cosa?

Delante de ella intentar que comiera, animarla mucha paciencia. Cuando me iba de casa a veces lloraba desconsoladamente porque no lo entendía pero nunca delante de ella.

Evidentemente, tu como acompañante, has sido uno de los apoyos de tu caminante. Pero y tú, ¿qué ha pasado contigo? ¿Has tenido algún apoyo? ¿Cuál ha sido tu refugio? ¿En qué punto te encuentras ahora?

Yo lo he pasado muy mal y sigo todavía con mucho miedo de que la enfermedad vuelva, pero eso me imagino que será normal, cambié mi vida por completo por mi madre, y fui a casa a vivir con ella y con mi padre, porque no quería que, si pudiera necesitar algo, yo no estuviera allí con ella. Y sigo en casa jejejeje. Mi novio y amigos han sido mi apoyo pero a veces creo que hubiera necesita algo más porque me he sentido muchas veces sola y triste. Mis animales han sido mi refugio, sobre todo mis gatos que los adoro, y los gatos de la calle que cuido donde trabajo. Ahora estoy más o menos bien, pero ya un poco nerviosa porque este mes le toca revisión a mi madre, y tengo miedo, tengo que confesarlo.

Te permitiste / te estás permitiendo en algún momento una tregua interna real y consciente…. ¿reírte a carcajadas? ¿disfrutar de las cosas? ¿simplemente divertirte y por un momento no pensar en tu acompañante? ¿Por qué?

Si suelo ser una persona que se ríe mucho y me divierto con los pocos amigos que tengo de verdad. Disfruto mucho de mis gatos y de estar en mi casa con mi madre. Suelo hacer pocas cosas fuera de mi rutina, porque no necesito más en la vida: mis gatos mi familia y mi trabajo. Alguna vez voy al fútbol con mi novio, somos socios del Oviedo jejejej, y me lo paso bien. O voy a tomar algo con mis amigos, pero pocas veces.

A partir de tu propia experiencia, ¿qué le dirías a algún otro acompañante que te esté leyendo en este momento?

Que no se rinda nunca, que busque algo que le haga feliz mientras está pasando por esta experiencia, porque es muy duro, hay que estar siempre con buena cara y demostrar que no pasa nada, cuando en el fondo estás viendo sufrir a la otra persona. Y sobre todo eso, buscar algo fuera de ese círculo familiar de la enfermedad, que te haga feliz y creas en ello, como yo hago con los gatos callejeros, ayudarles. Me ayuda mucho a evadirme de la enfermedad de mi madre.

ISIDORO

Isidoro y Montse

¿A quién acompañas o has acompañado?

A mí mujer Montse, tanto en el primer con 34 años como en el segundo con 46 años.

¿Qué tipo de cáncer le tocó vivir a tu caminante?

En los dos casos fue cáncer de mama.

¿Estabas presente cuándo tu acompañante en cuestión se enteró de que el cáncer había entrado en su vida? De no ser así, ¿cómo te enteraste?

En el primer caso, estábamos los dos cuando nos dieron la noticia, en el segundo caso, ella fue a una revisión rutinaria y le dieron la noticia, inmediatamente me llamo por teléfono y me lo dijo.

¿Qué sentiste cuándo esta noticia llegó a tu vida? ¿Qué se te pasó por la cabeza? ¿Cuál fue tu primera reacción?

Sobre todo, en el primer cáncer, recuerdo que fue un sentimiento de impotencia, incertidumbre, era la primera vez que esa enfermedad nos tocaba de cerca y la verdad es que no teníamos mucha información, por lo que la incertidumbre aun era mayor, no sabíamos que iba a pasar, la verdad es que lo pasamos muy mal hasta que empiezas a racionalizar las cosas y te das cuenta que es ir dando pequeños pasos e ir avanzando hasta llegar al final del proceso. Por la cabeza te pasa de todo, desde ponerse en lo peor hasta pensar que se puede superar. Procesar toda la información que te dan los médicos los primeros días es muy complicado, pero una vez analizada y hablado con calma ya empiezas a ver las cosas diferentes. Considero que la primera reacción, la tuve cuando llegamos a casa después de que nos dieran la noticia, hasta entonces estaba como en una nube, en un sueño del que en cualquier momento despertaría, cuando entramos en casa los dos y nos abrazamos me di cuenta de que no era un sueño y mi primera reacción fue llorar abrazado a Montse.

¿Y cuáles fueron tus primeras palabras hacia tu caminante? ¿Qué consuelo inmediato y espontáneo le brindaste?

Las primeras palabras una vez digeridas las malas noticias, fueron que no estaba sola, que iba a pasar todo el proceso con ella, que me iba atener a su lado para todo lo que necesitaba y que juntos lo íbamos a superar.

¿Crees qué acertaste con aquel consuelo o aquellas palabras? ¿Las repetirías? O, ahora, tras el camino ya recorrido y sabiendo lo que sabes, ¿las cambiarías?

Creo que, en mi caso, sí que acerté ya que 12 años después en su segundo cáncer repetí los mismos patrones y la verdad es que nos volvió a salir bien.

En caso de haber logrado mantener la calma de verdad -no solo de dientes para afuera y delante de tu caminante- cuéntanos qué cosas te ayudaron a mantenerla.

Sobre todo, la fortaleza de ella, ver como afrontó la enfermedad en las dos ocasiones, el hecho que incluso era ella la que animaba a los demás, su actitud y sus ganas de vivir.

Durante todo el tiempo que duró el proceso…. ¿qué era lo que a ti cómo acompañante se te hacía o se te hace más cuesta arriba? ¿Por qué?

Sobre todo, el proceso de quimioterapia, las horas de tratamiento y la recuperación tras la quimio. Los días posteriores al tratamiento que era cuando, peor lo pasaba, la impotencia de no poder hacer nada y las ganas de que, poco a poco, se recuperara. También eran terribles los días, que durante el proceso de la enfermedad, se sometía a pruebas médicas para ver como evolucionaba la enfermedad, la incertidumbre hasta tener los resultados, se hacía muy duro.

¿Cuáles eran tus “armas de acompañante” con tu caminante cuándo éste no quería o no quiere levantarse de la cama, o comer o hacer cualquier cosa?

La verdad que este aspecto me lo puesto muy fácil, ya que ella se obligaba a levantarse todas las mañanas intentar salir a la calle y aunque, muchas veces sin ganas, comer. Su objetivo durante toda la quimio fue no saltarse ni una sesión de quimio, comía y descansaba para estar lo más fuerte posible y que no le retrasaran ningún tratamiento.

Evidentemente, tu como acompañante, has sido uno de los apoyos de tu caminante. Pero y tú, ¿qué ha pasado contigo? ¿Has tenido algún apoyo? ¿Cuál ha sido tu refugio? ¿En qué punto te encuentras ahora?

La verdad es que ha sido muy duro, es un proceso muy largo y por desgracia nos ha tocado pasarlo dos veces. En mi caso me he sentido muy arropado por la familia y amigos, pero sobre todo por Montse. Yo me refugié en correr, visto lo que estaba pasando Montse, me planteé prepararme para correr maratones en menos de 3 horas, y hasta hoy lo he conseguido. La verdad es que ha ido muy bien, encontré una manera de canalizar toda la tensión y el estrés en mis entrenamientos y psicológicamente me vino muy bien.

Te permitiste / te estás permitiendo en algún momento una tregua interna real y consciente…. ¿reírte a carcajadas? ¿disfrutar de las cosas? ¿simplemente divertirte y por un momento no pensar en tu acompañante? ¿Por qué?

Por supuesto que sí, además la percepción de la vida te cambia radicalmente, le das mucha más importancia a detalles y cosas que antes ni siquiera te parabas a pensar, que tu vida puede cambiar radicalmente en un segundo y sin darte cuenta.

A partir de tu propia experiencia, ¿qué le dirías a algún otro acompañante que te esté leyendo en este momento?

Que es una carrera de fondo, que tienen que estar apoyando al 110%, que cuanto peor está el caminante más fuerza le tiene que transmitir, que al final del proceso las relaciones salen fortalecidas, y que si bien es cierto que durante todo el proceso hay muchos momentos que te hundes, hay que continuar y superarlo. Nunca hay que perder la perspectiva de que quien realmente lo está pasando peor es la persona enferma, no el acompañante.

XubraWoman_sisters

Paula y Sara

¿A quién acompañas o has acompañado?

Acompañé a mi hermana.

*A estas hermanas las conocéis. ¡Son dos de las Xubra Woman! 😉 *

¿Qué tipo de cáncer le tocó vivir a tu caminante? Cáncer de mama.

¿Estabas presente cuándo tu acompañante en cuestión se enteró de que el cáncer había entrado en su vida? De no ser así, ¿cómo te enteraste?

Sí, estaba con ella en la consulta cuando le dieron el diagnóstico.

¿Qué sentiste cuándo esta noticia llegó a tu vida? ¿Qué se te pasó por la cabeza? ¿Cuál fue tu primera reacción?

Me llevé un bajón horrible. Yo lo había pasado 5 años antes y no me podía creer que le hubiera tocado también a ella.  Que menuda mala suerte. Estas cosas con que le toquen a uno en la familia sobra. Mi primera reacción fue enfadarme con la vida.

¿Y cuáles fueron tus primeras palabras hacia tu caminante? ¿Qué consuelo inmediato y espontáneo le brindaste?

No recuerdo, la verdad. No recuerdo, pero darle tranquilidad, transmitirle fuerza. Estoy segura de que fue por ahí. Yo soy una superviviente y ella también. Teníamos ambas esa mala experiencia anterior, así que no partíamos de cero, por decirlo de algún modo.

¿Crees qué acertaste con aquel consuelo o aquellas palabras? ¿Las repetirías? O, ahora, tras el camino ya recorrido y sabiendo lo que sabes, ¿las cambiarías?

Francamente no lo sé, espero que sí. El disgusto te lo llevas igual, con no reaccionar demasiado mal, creo que cualquier acompañante realiza de sobra su trabajo. Probablemente le diría lo mismo. Como os digo, no recuerdo las palabras exactas pero estoy segura de que serían en la línea de fuerza, y para adelante, que esto se pasa.

En caso de haber logrado mantener la calma de verdad -no solo de dientes para afuera y delante de tu caminante- cuéntanos qué cosas te ayudaron a mantenerla.

Haber pasado este camino. Conocer lo que venía y tener clara la cabeza para entender el diagnóstico. La primera vez que oyes cáncer, ni te enteras de lo que te están diciendo. Te quedas en bucle.

Durante todo el tiempo que duró el proceso…. ¿qué era lo que a ti cómo acompañante se te hacía o se te hace más cuesta arriba? ¿Por qué?

En mi caso la operación, porque por suerte se libró del resto de tratamientos. Esto fue un alivio enorme para mí.

¿Cuáles eran tus “armas de acompañante” con tu caminante cuándo éste no quería o no quiere levantarse de la cama, o comer o hacer cualquier cosa?

No se dio el caso especialmente, simplemente paciencia, tranquilidad y respetar sus tiempos y sus decisiones.

Evidentemente, tu como acompañante, has sido uno de los apoyos de tu caminante. Pero y tú, ¿qué ha pasado contigo? ¿Has tenido algún apoyo? ¿Cuál ha sido tu refugio? ¿En qué punto te encuentras ahora?

Mi refugio mi hermana, nuestros padres, mi pareja. Puede sonar raro que uno de mis apoyos fuera mi hermana, pero verla bien para mí era lo mejor. Ahora estoy fenomenal: ella está bien, yo también y así esperamos seguir ambas. 🙂

Te permitiste / te estás permitiendo en algún momento una tregua interna real y consciente…. ¿reírte a carcajadas? ¿disfrutar de las cosas? ¿simplemente divertirte y por un momento no pensar en tu acompañante? ¿Por qué?

Sí, por supuesto. Porque si no te vuelves loco o caes en depresión. Dentro de todo el proceso que vives hay momentos ridículos, divertidos e incluso hilarantes y otros que simplemente son parte de esa vida que no se para y sigue día a día. Dejarse llevar en esas situaciones y darnos esas treguas es algo que nos debemos de permitir.

A partir de tu propia experiencia, ¿qué le dirías a algún otro acompañante que te esté leyendo en este momento?

Que tenga mucha paciencia, que respete los tiempos y las decisiones de su caminante y que todo pasa. Que esté siempre para acompañar, para apoyar, para sumar positivos. Es una etapa horrible, pero con el tiempo todo vuelve a ser natural.

 

8 comentarios en “QUÉDATE A MI LADO

  1. ¡¡¡Me ha encantado vuestro homenaje a los acompañantes!!!
    Mientras os leía lloraba al recordar todos los momentos vividos, me he sentido muy identificada, yo acompañé a mi padre aunque sin final feliz, hicimos todo lo posible y más durante 1 año y 2 días desde que le diagnosticaron el cáncer de pulmón con múltiples metástasis en huesos. A pesar de que no le daban más de 2 meses de vida con cambios de alimentación, terapias alternativas, mucho ánimo y cariño más la quimio paliativa aguantamos 1 año y 2 días. Felices por haberle ayudado en su duro caminar y en su partida.
    Hacéis un trabajo excelente, enhorabuena.
    Un fuerte abrazo

    Le gusta a 1 persona

  2. Pingback: 702 RAZONES PARA CREER EN MÍ | Jaque al Cáncer

  3. Pingback: XUBRA WOMAN ENTREVISTA A JAQUE | Jaque al Cáncer

  4. Pingback: Recordando invitados: QUÉDATE A MI LADO | Jaque al Cáncer

Deja un comentario