Foto | Nora Zubia @slowandchic

A veces, cuando echamos la vista atrás, nos asustamos del abismo que existe entre el estilo de vida que llevamos ahora y el estilo de vida que llevábamos hace ya casi tres años. En esta evolución hemos ido haciendo cambios fáciles y cambios difíciles, cambios inmediatos y cambios nada inmediatos. Cambios que hemos hecho de motu propio y cambios que vosotros, quizás sin ser conscientes de ello, nos habéis empujado a hacer.

El tema de los desayunos de los niños nos trajo por la calle de la amargura durante mucho tiempo. De hecho, uno de los últimos cambios en los desayunos de los peques -cambio muy necesario, por cierto- os confesamos que lo hemos hecho hace tan solo unos meses. Al fin hemos desterrado las galletas María compradas. Aunque las que consumíamos eran sin azúcar, llevaban otro tipo de cosas tampoco nada saludables.  Y, a fin de cuentas, no eran más que un tipo de “bollería industrial”.

¿Por qué nos costó tanto alcanzar un desayuno realmente saludable para ellos? Básicamente porque la mañana suele ser un momento de apresuramiento en casa. En ese momento del día las prisas y carreras para no llegar tarde al cole están en pleno apogeo. Y claro, uno no centra su energía en cambiar unos hábitos determinados, sino que la centras en no llegar tarde a la cita educativa. Ni más de menos. Así de simple ¿o acaso mentimos? 😉

Pero bueno. Quedémonos con lo bueno. Quedémonos con que hemos alcanzado el objetivo. Y por eso, queremos compartir hoy con vosotros todas las variantes de lo que desayunan nuestros peques. Quizás os demos ideas y os inspiremos para hacer algún cambio en vuestras cocinas en ese momento del día.

Vamos allá:

Abren boca con un zumo natural de naranja, limón, jengibre y zanahoria.

Y continúan con:

– Tazón de leche de avena con un poco de cacao (en polvo y sin azúcar) y cereales. Manejamos tres  alternativas:

• Copos de avena gruesos integrales. Importante que sean de calidad y que sean gruesos. La avena que venden en la mayoría de establecimientos convencionales no es integral y es tan fina que se hace una especie de papilla en cuanto le echas la leche. Y claro, eso no le gusta a nadie, ¡menos a los niños!
• Cereales sin azúcar de tiendas especializadas. Por ejemplo, el formato corn flakes pero al natural.
• Granola casera. Solemos preparar sobre medio kilo una vez por semana más o menos. El resultado es espectacular: cereales horneados en casa, de sabor dulce pero natural y muy crujientes. Si queréis la receta, pedidla, vuestros deseos son órdenes 😉

– Tostadas de pan de centeno. Alguna vez también se cuela pan de mezcla. Siempre pan de panadería, nada de pan bimbo o similares. Dos posibles combinaciones de tostadas:

• De aguacate.
• De AOVE con un poco de sal rosa.

– Repostería casera:

• Bizcocho.
• Magdalenas.
• Galletas.

– Kéfir. Recurrimos a él sobre todo si el tazón de leche de avena no lo quieren. En ese caso acompañamos las tostadas de un poco de kéfir.

– Batidos: Nuestra apuesta suele ser: leche de avena (o de coco con arroz), plátano, dátiles, cacao y cúrcuma. ¡Está de muerte!

*** Evidentemente no desayunan cada día todas estas opciones. La cosa va variando según lo que haya en casa y según el día que sea. Además, os hemos apuntado los desayunos de dos casas y por tanto de cuatro niños diferentes, con distintos gustos, edades y, claro, necesidades 🙂 Cada niño es un mundo, la cosa está en ir probando y en encontrar ese desayuno casi perfecto y mucho más saludable. Y bueno, la cosa también está en estar convencidos del cambio que se quiere dar. Y como no, en tener paciencia. Es cierto que tardan más en desayunar. Pero saber que empiezan el día comiendo bien, lo compensa. ¡Sin duda alguna!