Foto | Nora Zubia @slowandchic

Hace algún tiempo publicamos un post sobre la importancia de la vitamina D. ¿Lo recordáis? Fue un post que nos trajo una invitada especial, Ahinoa, la valiente que está detrás de la web Cáncer con corazón. En dicho artículo, Ahinoa nos lanzaba un reto: que habláramos sobre cómo podríamos reforzar nuestra producción de vitamina D, algo de suma importancia prevenir, e incluso sobrellevar, el cáncer. Aceptamos el reto, y hoy compartimos con vosotros el resultado.

Así pues, voilà las principales fuentes para obtener vitamina D:

• El sol. Sin duda alguna esta es la principal fuente abastecedora de vitamina D. Nuestro cuerpo produce esta vitamina en cuanto nos exponemos al sol, aunque tan solo sean unos minutos. De hecho, la mayoría de personas obtenemos de esta manera tan natural la dosis necesaria de vitamina D que nuestro cuerpo necesita. Pero ojo al dato: tumbarnos al sol en horas punta, no es, ni sano ni necesario. Mejor pasear que tumbarnos, y mejor hacerlo en horas que no sean las puntas (es decir, evitar la exposición entre 12 y 4 principalmente, aunque lo ideal sería evitarlo en la franja que va de 11 a 5). Recordad además que el sol siempre, siempre debe tomarse al aire libre pues tomarlo a través de una ventana no produce vitamina D y, que es recomendable hacerlo con protección. Si bien es cierto, que, si la exposición al sol va a ser dando un paseo y en horas no puntas, tampoco sería imprescindible esto último. No es necesario que la exposición al sol sea ni diaria ni muy larga. Con 10-15 minutos de exposición al sol unas tres veces a la semana, cubriríamos el aporte necesario de vitamina D. Pero como todo en la vida, siempre hay excepciones. Y puede que haya personas que, al no vivir en lugares especialmente soleados, no produzcan suficiente cantidad de vitamina D de manera natural y que, por tanto, necesiten completar esta carencia de otro modo, y, que, por tanto, les interese seguir leyendo ;).
• Pescados y mariscos. Arenque, sardina, caballa, salmón, atún, ostras y caviar. Nosotras nos quedaríamos con los tres primeros. Son pescados azules pequeños y en principio poco contaminados por lo que su consumo es ya de por sí fantástico para nuestra salud. El salmón lo descartaríamos debido a que muchas veces su procedencia es poco clara y, por tanto, su nivel de tóxicos.
• Lácteos. Leche entera, mantequilla y queso. Ya sabéis que no somos muy fans de los lácteos. Sin embargo, está bien saber que éstos contienen un buen aporte de vitamina D.
• Hígado y yema de huevo. Os aconsejamos antes la yema que el hígado. Recordad que la carne roja y las vísceras suelen ser las más perjudiciales si tenemos o hemos tenido cáncer.
• Champiñones. Aunque en menor medida, los champiñones también nos aportan algo de esta vitamina. Y, como buenos familiares de las setas, ya sabéis lo mucho que os los recomendamos. Entre otras cosas, porque su capacidad para reforzar el sistema inmune es asombrosa.